viernes, 27 de enero de 2017

"LA CIUDAD DE LAS ESTRELLAS (LA, LA, LAND)": ¿Estás en la inopia?

Dejemos las cosas claras, desde el comienzo. "La, La, Land" no es un gran musical, pero es una magnífica película. Y el secreto para disfrutarla es, precisamente, ese. Tener muy claro lo que Damien Chazell ha querido hacer y lo que no. 

El director de "Whiplash" siempre ha confesado, abiertamente, su fascinación por los musicales y por el jazz. Y como autor que es (y le dejan ser), su cine lo demuestra en las tres realizaciones que ha filmado. Así, en "La ciudad de las estrellas" no ha pretendido plagiar las pelis de Donen, Demy, Minelli, Fred Astaire y Ginger Rogers, Gene Kelly, y todo ese largo etcétera que los listillos enciclopedistas citan como obvias influencias. Tampoco ha querido tomar esas referencias y hacerlas pasar como propias. Es demasiado obvio.


Chazell como buen devorador de cine, lo fagocita y rumia todo, y lo devuelve en forma homenaje con su particular acento, sin otra pretensión que hacernos disfrutar como él lo hace rodando. "La La Land" es así su particular carta de amor a un género, que acaba no siendo tan personal, a juzgar por el entusiasmo que causa la cinta.


Pero el acercamiento al musical es desde la ausencia de presuntuosidad. Con ánimo lúdico, desencorsetado, simple que no sencillo. Y con clara influencia indie. Nadie ha querido hacer un nuevo "Cantando bajo la lluvia" amigos. Seamos serios y menos integristas.


Esto no es un "Chicago", ni un "Molin Rouge", es más bien un "Todos dicen I Love You", un filme crisol del género canoro y bailongo como lo "Drácula" de Coppola lo fue del terror. Una cinta para haberla visto de improviso. Sin hype. Sin todo ese ruido de marketing que hoy indefectiblemente nos contamina con anticipación. Un filme para ver virgen y asombrarse de la joya tan deliciosa que es. 

Y no porque esté fantásticamente cantada, bailada y coreografiada (que solo lo está muy correctamente). Tampoco porque nos cuente la historia insólita y más original. Sino porque mueve los hilos, o mejor dicho, la cámara un tipo que lo hace con una agilidad, limpieza, ritmo y sentido narrativo espectacular.


El título de la cinta "La, La, Land" hace referencia a estar en las nubes y eso es precisamente lo que consigue con una maestría insolente e inhabitual a su edad, el autor de esta película. Eso es lo que nos hace salir de la sala bailando. Lo que nos hace escuchar su soundtrack en Spotify compulsivamente. Y lo que nos hará sonreír cuando arrase en los próximos Oscar. 

Y, además, la película es cine dentro del cine, y una amarga reflexión (de nuevo) sobre el precio de los sueños, sobre el arte y el sufrimiento, y un desafío descarado a sí el musical, el jazz y el Los Ángeles más mítico están demodé, es cosa de horteras y abuelos añorantes de un pasado glamuroso presuntamente muerto.


Esto y no otra cosa es "La, la, Land". Si lo sabes ver y disfrutar, bien por ti. Si no, estás en la inopia del título. Qué lo sepas.


NOTA: 9/10

TÍTULO ORIGINAL: "La, La, Land"


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