sábado, 3 de marzo de 2012

"LUCES ROJAS (RED LIGHTS)": Rodrigo Cortés, un ilusionista sin descafeinar

A diferencia de lo que comúnmente ocurre a otros que marchan a hacer las Américas, Rodrigo Cortés si que ha sabido ingeniárselas para conservar poder de decisión sobre su trabajo. Esto le permite contar (algo muy próximo a) lo que quiere y como quiere. Además, su habilidad a la hora de manejar la puesta en escena, disfraza perfectamente las carencias de un presupuesto que, pese a ser notablemente inferior al habitual de cualquier producción USA, da de si lo suficiente como para que la factura del filme de la talla con dignidad, incluso tras pagar el cheque de las dos grandes estrellas que encabezan su casting.

Unas estrellas, sobre todo la Weaver que está más notable; y un De Niro que sigue protagonizando secundarios presenciales de lujo, pero que aquí al menos puede no agachar la cabeza a la hora de pasar por caja, pues su intervención dota a su personaje del halo místico que intrínsecamente requiere. 



Argumentalmente también agradezco el esfuerzo por girar constantemente la trama, y jugar con el espectador, diseminando a lo largo del relato contadas pistas que unidas al final dan a la historia una razonable coherencia, incluso cuando se desvela el truco final que, como buen ilusionista, Cortés reserva al público.
No reiteraré de nuevo la honda huella que en cineastas como Fresnadillo en "Intruders" y, particularmente, en esta “Luces Rojas” a Cortes ha dejado M. Night Shyamalan, pues me podréis acusar de ser reiterativo en mi fijación por citar al realizador de origen indio. Pero aquí vuelven a concitarse constantes de la filmografía de autor de “El protegido”, como son la imposibilidad de negar lo que somos y la obligatoriedad de asumir lo que el destino nos da; o la particular afición por dotar a la trama de una voltereta final que sorprenda al espectador y que, rizando el rizo, cierre el circulo narrativo propuesto. 




Por todo ello y en resumen, si Rodrigo Cortes me dejó un estupendo sabor de boca con su primera cinta: “Concursante”, una de esas películas que te reconcilian con el cine patrio y que evidenciaba que detrás había un creador con ganas de contar las cosas de un modo potente. Si con “Enterrado”, su segundo filme, este tipo demostró que le fascinaban los retos y llamar la atención sabiendo muy bien lo que se hacía. Con “Luces Rojas” bien podemos confirmar que estamos en presencia de un director y guionista, preocupado por contar cosas diferentes a su muy particular manera. Un creador ciertamente artesano, pues incluso monta sus filmes, que inteligentemente está sabiendo aspirar a películas que, por diferentes razones, siempre le suponen un reto, sin perder su condición de autor que ejerce, en este caso, un muy adecuado y deseable control sobre el resultado final. 

By Harry Callahan 

NOTA: 7,5/10 

ESCUCHA ESTA CRÍTICA EN PODCAST CON EXTRAS: https://dl.dropboxusercontent.com/u/224337446/lucesrojascritica.mp3


TÍTULO ORIGINAL: “Red Lights” 

SOBRE LA MÚSICA DEL PODCAST: http://www.jamendo.com/es/track/732503

martes, 28 de febrero de 2012

"LA INVENCIÓN DE HUGO": El sueño cinéfilo de Scorsese

Tras contemplar absorto el prólogo, y justo en el instante que aparecía en pantalla el título de la película, se me escapó una sonora palmada involuntaria, a la que hubiera seguido un aplauso entregado de no ser porque mi acompañante me dio un codazo que me devolvió a la realidad, a que no estaba sólo en la sala y a que estas efusiones de cinefilia no son entendidas por el común del público de hoy, que, por supuesto, ya tenía los ojos clavados en mí. 

Un famoso cineasta dijo una vez que debes poner toda la carne en el asador en el arranque de tu película, para que el público se quede pegado a la butaca. Y eso es precisamente lo que Martin Scorsese hace en los primero minutos de “La invención de Hugo”. Dar una lección magistral de lo que significa usar todos los recursos cinematográficos posibles para hacer que la experiencia de ver un filme sea imborrable. Y es que es difícil encontrar en el actual panorama un realizador que mueva la cámara con el virtuosismo que lo hace Scorsese (con permiso de otro esteta compulsivo al que igualmente idolatro, Brian de Palma). Si a ello le unimos el juguete que al bueno de Martin le han puesto en sus manos, rodar en 3D, el comienzo de esta película es el perfecto botón de muestra de la portentosa obra estética que constituye el largometraje número treinta y tres de la larga y heterogénea carrera del realizador italo-americano de Queens. 


Porque Scorsese, como hiciera Spielberg con “Tin-Tin”, y como muy probablemente lo hubiese hecho Meliés de vivir hoy, ha gozado como un crío dando una clase magistral sobre todo lo que el 3D puede dar de sí, de suerte que no visionar “La invención de Hugo” en este formato, sea un auténtico pecado mortal. Y, además, y por eso hablaba de Meliés, ha querido ejercer de bien nacido agradeciendo a los pioneros del séptimo arte su entrega a un oficio cuya materia prima eran, por aquel entonces, los sueños y la imaginación aún sin contaminar por el sentido más mercantil e industrial que pronto convertiría al cine en prácticamente solo negocio. Aquí pesa intencionada la mano didáctica del autor de “Taxi Driver” como gran divulgador reconocido que es de la memoria perdida del cine. 


La pena es que a lo mejor en su mayor virtud tenga esta película, precisamente, su punto flaco, ya que se ufana tanto en su excelencia visual, prodigiosamente apoyada en todos sus aspectos técnicos (y, especialmente en el diseño de producción de ese mago que es Dante Ferretti) que descuida poner alma en la historia que narra. En estos terrenos Scorsese ha evidenciado, en más de una ocasión, que quizás sea ese su verdadero talón de Aquiles. No son pocos los títulos de su filmografía (pienso por ejemplo en “La Edad de la Inocencia”) en los que su deslumbrante puesta en escena contrastaba, a la hora de la verdad, con la frialdad en lo que a mostrar emotividad se refiere. Así pues, aquí tampoco habrá necesidad de sacar pañuelos en el epílogo. Los montajes de fragmentos de viejas películas no obrarán el milagro que conseguía el de los besos de “Cinema Paraiso”, otra carta de amor al cine como una catedral. Y, desafortunadamente, Ben Kingsley no nos brindará la memorable actuación que encarnar a George Meliés, el gran homenajeado de la función, demandaba a gritos. 


Entrevista a Scorsese subtitulada en español

Me pregunto que habría sido de este filme si hubiese caído en manos de Steven Spielberg, quien ha venido a mi cabeza mientras veía “La invención de Hugo” pues, argumentalmente, ésta no deja de tener ciertas coincidencias con “La Terminal”, que, pese a no ser un filme de relumbrón en la carrera del autor de “E.T.”, si que lograría moverme el corazón. Probablemente, Spielberg a Kingsley le hubiera sacado más jugo, como ya hiciera en la “Lista de Schindler” consiguiendo que le robara más de una secuencia a Liam Neeson. Esa hipotética película hubiera tenido música de John Williams, probablemente mucho más conmovedora de sentimientos que la (un tanto reiterativa aunque bien ajustada a las imágenes) que ha compuesto Howard Shore. 


No obstante todo ello, y al igual que el propio Spielberg acaba de hacer con “War Horse”, Scorsese nos demuestra con esta historia, quintaesencia dickensiana, que se puede hacer cine familiar de una calidad mayúscula. Y que, además, se puede aprovechar el viaje para descubrir a grandes y pequeños de donde arranca esto de hacer cine y quienes fueron sus iluminados pioneros, esos a los que habrá que volver una y mil veces si queremos que hacer cine continúe siendo el arte de fabricar sueños. 

By Harry Callahan 

NOTA: 9/10 


ESCUCHA ESTA CRÍTICA EN PODCAST CON EXTRAS: https://dl.dropboxusercontent.com/u/224337446/lainvenciondehugocritica.mp3

TÍTULO ORIGINAL: "Hugo"

DATOS ADICIONALES:http://www.imdb.es/title/tt0970179/
OSCAR: 5 de 11 nominaciones
SOBRE LA MÚSICA DEL PODCAST: http://www.jamendo.com/es/track/732537    
http://ccmixter.org/files/The3amAssociation/20008

sábado, 25 de febrero de 2012

"EL INVITADO": Lo que pasa cuando te invitan a hacer cine en USA

¿Qué pasa cuando a un tipo de la inventiva visual y narrativa de Daniel Espinosa le ficha Hollywood? Pues que le fagocita, constriñe su creatividad y le convierte en el mero ejecutor de un guión tan insulso como mil veces visto, mediatizado por estrella de turno (Washington) que además produce para garantizarse que el traje se lo hagan a medida. Así las cosas, pocos son los momentos brillantes, pues el filme, más que el thriller psicológico que promete el perfil que nos cuentan del agente de la CIA protagonista al arranque de la cinta, es una de acción del montón; y Espinosa es mejor contador de policíacos de bajos fondos, poblados por elementos con psicologías, que rodador de secuencias de la frenética acción que demanda el target de espectadores objetivo hoy de las producciones USA. Pero supongo que la chequera yanqui y rodar con tipos como Denzel Washington o Sam Shepard bien merece intentarlo y que te dejes hacer.
Así las cosas, todo es previsible, de piloto automático, incluso la ¿sorpresa final? Para colmo, hasta Vera Farmiga está de comparsa. Solo Reynolds me parece que sale sopresivamente bien parado del obvio tour de force que debía perder, pese a tener enfrente a quien tiene que con solo mirar, como siempre, ya llena la pantalla. Además es una cinta muy, muy larga. La francesa "Cuenta atrás" narra mucho más en mucho menos y sin tantas alaracas.
Pero es lo que tiene ir de "invitado" a Hollywood... Yo por mi parte, espero que el bueno de Espinosa regrese ya mismo a la fría escandinavia, con el rabo entre las piernas, para volver a rodar peliculones como "Dinero fácil"
By Harry Callahan

NOTA: 6/10

ESCUCHA ESTA CRÍTICA EN PODCAST CON EXTRAS: https://dl.dropboxusercontent.com/u/224337446/elinvitadocritica.mp3

TÍTULO ORIGINAL: "Safe House"
DATOS ADICIONALES: http://www.imdb.com/title/tt1599348/
SOBRE LA MÚSICA DEL PODCAST: http://www.jamendo.com/es/track/732503

domingo, 19 de febrero de 2012

"War Horse (Caballo de batalla)": La película que Spielberg ha querido hacer


Después que se encendiesen las luces, al terminar de proyectarse "War Horse", me recordé, hace muchos años, en una de esas matinales de cine de barrio que ya no se dan. Proyectaban "Como uña y carne", una cinta de comienzos de los ochenta. En ella un chaval al que le habían robado su caballo, vivía mil y una aventuras para recuperarlo. La película era una limpia y sencilla historia de amistad entre el animal y su joven dueño. "Caballo de batalla" es también eso. Y no me refiero a la mera coincidencia en el presupuesto argumental, sino también en su pretensión. Porqué “War Horse” es, ante todo y pese a su aparatosa producción y a quién la realiza, una película de matinal de aventuras, una cinta para ver en familia, dirigida al público más joven, de intenciones sencillas y objetivos que no van más allá de mostrar lo que de bueno puede haber en el ser humano, no importa en que situación se encuentre.


Así pues creo que yerran los que se afanan por criticar a Spielberg su blandenguería en el filme. Por haber perdido la ocasión de mostrar, por ejemplo, la crudeza vil de la guerra de trincheras. Evidentemente, "War Horse" no es "Salvar al Soldado Ryan", ni creo que su realizador lo pretendiese en ningún momento. El filme que ahora se estrena está en otro registro, persigue otra audiencia. Esa de escasa edad que me rodeaba en la sala en la que la vi, la misma que aplaudió emocionada a su conclusión. Esa que, en Estados Unidos y en buena parte del resto del mundo, tendría vetada su entrada al cine si el caballo protagonista, en la escena de las alambradas, sangrase con virulencia, como resulta obvio; o si, en la del fusilamiento, no se interpusiera elegantemente al espectador el aspa del molino en el momento del disparo. Sobre los horrores (adultos y para adultos) de la guerra, ya el responsable de "Munich" nos dejó esa obra maestra imperecedera que es "La lista de Schindler". Al hilo de este razonamiento, entiendo además perfectamente perdonable lo que a ojos maduros resulta en ocasiones impostado, artificial o tópico en algunos personajes y en sus comportamientos, obviamente conducentes, más tarde o más temprano, a emocionar a la platea. No perdamos de vista que, al fin y a la postre, la película está basada en un relato de Michael Morpurgo que es, precisamente, una novela infantil.

Otra cosa es que, obviamente en la silla de realizador no se sienta Robert Dalva, el desconocido que dirigió "Como uña y carne", la cinta que al comienzo citaba. El que toma las riendas, nunca mejor dicho, de este proyecto es Steven Spielberg. Nada más y nada menos. Su  huella es notablemente apreciable en todo cuanto acomete, aunque se trate de proyectos de intenciones nada grandilocuentes, como es el caso. Así, en "Caballo de batalla" ha aprovechado de paso para rendir un nuevo confesado homenaje a su admirado John Ford. Títulos tan obvios como "El hombre tranquilo" vienen a la memoria del espectador cinéfilo, sobre todo en el arranque de la película, mientras la acción se desarrolla en el pueblecito inglés de Devon. Allí, la galería de personajes fordianos son palmarios. El amigo, la madre, el padre, el terrateniente… Y, en la guerra, por ejemplo, también lo son los varios sargentos que van apareciendo. Pero, además, el Ford que decía que para hacer cine había que mirar a los ojos a los actores, está aquí nuevamente presente. Como lo están constantes temáticas en el cine del autor de "La Diligencia" como son la camaradería, lo militar, el advenimiento del progreso destructor (representado aquí por las maquinas modernas de guerra) y situar relatos de marcado componente humano en grandes contextos históricos.

Puestos a criticar algo de "War Horse", quizás le afeo a Steven Spielberg la mala mano que, en esta ocasión ha tenido con los actores niños y los jóvenes que aparecen el filme y que no están en el habitual estado de gracia en que encontramos otros tantos críos protagonistas de cintas como "E.T.", "Inteligencia Artificial" o "La guerra de los mundos". También le reprocho no conceder al caballo, el protagonismo casi humano que demanda y que en la novela original le lleva incluso a narrar la historia en primera persona. Además, el metraje se me antoja excesivamente extenso y la suma de todos estos peros, amen de algunos momentos narrativos algo irregulares, apean al filme de figurar en la nómina de la filmografía más selecta de su autor.




Pero poco cine contemporáneo me consigue atrapar como lo hace "War Horse" en su tramo final, desde que Joey huye entre las trincheras y todo lo que se anuda a continuación, hasta llegar al paroxismo cinematográfico que constituye la última escena. Por alcanzar esa sola secuencia, innegable homenaje a "Lo que el viento se llevó", la más emocionante, que he vivido en años, ya se justificaría la propia existencia de este filme orgulloso de estar concebido para ser para visto y disfrutado por todos los públicos. ¿O es que García Márquez no puede escribir cuentos para niños?

Rodaje de "War Horse"

by Harry Callahan

NOTA:7,5


ESCUCHA ESTA CRÍTICA EN PODCAST CON EXTRAS: https://dl.dropboxusercontent.com/u/224337446/warhorsecritica.mp3

TÍTULO ORIGINAL: "War Horse"

DATOS ADICIONALES: http://www.imdb.com/title/tt1568911/
SOBRE LA MÚSICA DEL PODCAST: http://www.jamendo.com/es/album/79668

sábado, 4 de febrero de 2012

CREMATORIO: Elegancia, madurez y esperanza en las series made in Spain

¿Cuál es el secreto para hacer una buena serie de televisión? Muy sencillo. Buscar unos autores creativos y solventes y dejarles libertad absoluta para hacer y deshacer. ¿Qué problema tiene esto? Que puede costar dinero y que no tienes garantizado que vayas a romper el share. Por eso, muchas de las mejores series de la pequeña pantalla hay que buscarlas en canales de pago, donde las audiencias no son un dictador que amenace con borrarte de la parrilla si no eres capaz de gustar, inmediatamente, a un target tan amplio como imposible de agradar al cien por cien. 

Esto en USA lo tienen muy claro, pero en nuestro país, tal modo de hacer televisión parecía no existir, salvo honrosas excepciones. De ahí que cuando un producto de la calidad de “Crematorio” irrumpe en antena, hay que darse la enhorabuena y rogar porque el invento prospere. 
Jorge Sánchez-Cabezudo (que junto a su hermano Alberto, son el alma mater de"Crematorio") llamó poderosamente mi atención en su debut en pantalla grande con la cinta "La noche de los girasoles". El filme protagonizado, por Carmelo Gómez, resultaba ser un thriller rural, estupendamente trabado y mejor contado, si cabe. Lástima que pasó desapercibida al gran público, en buena parte castigada por la política de distribución de las grades majors que penaliza inmisericorde las películas patrias en pro de productos USA que las mas de las veces dejan todo que desear. Pero eso es otra historia. 



Volviendo con "Crematorio", la serie confirma que aquella película no era flor de un día y que detrás había un tipo (en este caso, aquí dos) que sabían como contar historias llenas de aristas, habitadas por personajes plenos de matices. Y que además lo hacía tomando riesgos afortunados, pues sabían ir más allá de la novela homónima de Rafael Chirbes, conceptuada y narrada de un modo muy diferente, pero indudablemente acertando de pleno en su planteamiento de traducción del universo literario al leguaje fílmico.  
Sin embargo, sería injusto atribuir todo el mérito a los Sánchez-Cabezudo y olvidar que de nada sirve tener algo que contar, si quien te produce no te da medios para que lo que imaginaste cobre vida en imágenes. Así y enlazando con lo que decía al comienzo, es justo reconocer aquí que CANAL+ (que dicen apuesta por convertirse en una suerte de HBO a la española) ha puesto toda la carne en el asador y ha permitido, por ejemplo, algo impensable para muchas series: que todo el rodaje se haga en escenarios, tanto exteriores como interiores, reales, naturales, lo que contribuye notablemente a dar verismo y autenticidad. En este sentido, hay también que destacar que la especialísima luz valenciana ha quedado ejemplarmente captada por los fotógrafos Daniel Sosa y Alfonso Postigo que han sabido exprimir a la perfección todas las posibilidades que ofrecen las especialísimas cámaras RED ONE implementadas con ópticas de cine con la que está rodada "Crematorio". Así, el look de la serie tiene una elegancia y modernidad insólitas en nuestro panorama televisivo. 



Todos las cuestiones técnicas están más que cuidadas (dirección de producción y de arte, sonido...), así como otras de post-producción, como el montaje o el score compuesto por el ya veterano Lucio Godoy, elegante y en muy acertado tempo. Sin embargo, el otro gran aspecto visiblemente notable de "Crematorio", como no, es el actoral, en el que no hay nota discordante. Juana Acosta, Manuel Morón, Vicente Romero, Pau Durá, Aura Garrido, Pep Tosar, Montserrat Carulla, Vlad Ivanov o Alicia Borrachero, entre otros, están sobresalientes en su credibilidad; y, como no, el grandísimo José Sancho que cuaja sin ambages ni chiquitas un personaje encastado por el que se le recordará tanto o más que por aquel "Estudiante" de la mítica "Curro Jiménez". Rubén Bertomeu es, sin dudas, la gran creación de un actor que disfruta, hoy por hoy, de una envidiable madurez creativa. 
El único inconveniente que tiene "Crematorio", por el momento, es la incógnita no despejada de si la serie tendrá o no continuación. A la fecha, todo son especulaciones sobre si esa secuencia final de Alicia Borrachero (muy a lo Michael Corleone en "El Padrino"), dará lugar a la segunda temporada que la mayoría de los espectadores están lampando por ver.  

By Harry Callahan 

9/10

ESCUCHA ESTA CRÍTICA EN PODCAST: https://dl.dropboxusercontent.com/u/224337446/crematoriocritica.mp3
TÍTULO ORIGINAL: Crematorio 
DATOS ADICIONALES: http://www.imdb.com/title/tt1661526/ 
SOBRE LA MÚSICA DEL PODCAST: http://www.jamendo.com/es/track/114773

domingo, 22 de enero de 2012

"EL TOPO": No todos los espías son James Bond

"El Topo" es como esos wiskis añejos, que hay que tomarlos sin prisas, dándoles el tiempo que requieren, saboreando cada trago, paladeándolos despacio, con los sentidos siempre expectantes, para apreciar todos sus matices. Y si es posible, incluso servirnos una nueva copa, dar un segundo y enriquecedor visionado, cuando la sorpresa ha dejado de serlo, cuando el enigma ha sido desvelado, para recrearnos en todo aquello que nos pasó desapercibido, pero que siempre estuvo intencionadamente ahí. 

Y es que, se me antoja titánica la complejidad de convertir la novela de John LeCarré en un filme tamizado por el nada simplista ojo del realizador sueco Tomas Alfredson. Porque este tipo no se contenta con sólo narrar historias. Sino que para ello, como ya hiciera con su modélica "Déjame entrar", se preocupa inusitadamente de sumergir su película en una ambientación única, habitada por personajes a los que dota de psicologías hondamente escudriñadas. 
Si Alfredson hubiese tenido por delante siete capítulos, de alrededor de una hora, para afrontar su empresa, como tuvo John Irvin con la mini serie que la BBC hizo sobre la misma novela, a finales de los 70, el asunto hubiera sido menos arduo. Sin embargo, el reto era comprimir, en poco más de dos horas, todo el micro universo neurótico de amorales traiciones ambientado en la guerra fría, sin que perdiese un ápice del descriptivo, en todos los sentidos, espíritu de la novela. Es por ello que "El topo", como antes decía, impone al espectador un estado de alerta constante, similar al de los espías que describe, para estar al tanto de todo lo que se cuece, de cuantos pequeños detalles van componiendo un relato que se enriquecerá sobremanera, como también precisaba al comienzo, tras un segundo visionado. 
Lejos del glamour bondiano de las novelas de Ian Fleming, y sus aún más hiperbólicas adaptaciones a la gran pantalla, y ya que de televisión también hablamos, "El topo" se emparenta más con "Rubicón". Una serie de la AMC americana aclamada por la crítica y despreciada injustamente por el público, que describía la cara más auténtica y por ello ineludiblemente pedestre del espionaje moderno. Una serie cuya aparente morosidad narrativa resultaba imprescindible para diseccionarnos el auténtico día a día de las reales oficinas de inteligencia, lugares lejos de todo espectáculo hollywoodiense, y más que grises en muchos sentidos. 
Pero si Alfredson cuida los particularísimos ambientes de sus filmes, y el modo de narra sus historias, no es menos detallista con los personajes que por ellos y ellas pululan. En este sentido, la fauna de tipos humanos, de perfiles de jornaleros del espionaje que se presenta en el filme es cautivadora. Y el reparto elegido para poner carne y hueso a los mismos es más que inspirado. Brillantes como siempre están Mark Strong, el veterano John Hurt, Colin Firth, y el televisivo "Sherlock" Benedict Cumberbatch. Y claro, hay que hablar de un Gary Oldman felizmente recuperado para roles protagónicos serios, respecto del cual diré que la gran virtud de Alfredson y del actor británico está en haber creado un personaje con matices diferenciables respecto del George Smiley que encarnase Alec Guines en la serie de la BBC, pero sin abandonar la composición que del mismo hace el texto de LeCarré, del que apunto que, como curiosidad, se reserva un cameo en la célebre fiesta de Navidad del filme, lo que delata su inherente complacencia con el producto final. 
En resumidas cuentas, es obvio que Tomas Alfredson, en este nuevo trabajo como director, confirma expectativas y se consagra como uno de los mejores narradores de historias densas y complejas, encarnadas por personajes brillantemente, a su vez compuestos por actores dirigidos a la perfecta altura de las circunstancias. 

By Harry Callahan 

NOTA: 8/10 

TÍTULO ORIGINAL: “Tinker, Tailor, Soldier, Spy” 



viernes, 6 de enero de 2012

"DRIVE": una obra maestra orgullosa de sus raíces

En una época en la que en televisión no se arriesgaba, un tipo puso toda la carne en el asador para cambiar, radicalmente, el concepto que de las series policíacas existía. Su nombre era Michael Mann. Eran los 80, y la serie, la ya mítica "Corrupción en Miami". Lo que no sabía Mann es que, aparte de insuflar aire fresco a la parrilla televisiva, estaba creando un nuevo estilo, en lo visual y en lo narrativo, cuya modernidad y calado llega hasta hoy. Un modo de hacer que terminó de madurar ya en su faceta como director de cine, convirtiéndose, con filmes maestros como "Heat", en uno de los definitivos referentes del género negro contemporáneo. La escuela creada por el director de "Collateral" es seguida hoy por fortuna por algunos epígonos. Nicolas Winding Refn ha resultado ser uno de los más listos de la clase, y su última cinta, "Drive" lo demuestra. 



Y es que Mann y la década que forjó sus modos de hacer como cineasta, los ochenta, están presentes en "Drive" ya desde esos créditos iniciales en definitorio rosa neón. Y lo están en la conducción nocturna del protagonista por la ciudad, y en la música electrónica de Cliff Martínez, con referentes al experimental Brian Eno, gurú de los sonidos ambient y favorito de Mann. Y en los temas musicales, que bien pudieran haber acompañado a Sonny Crockett en sus escarceos policiales, como lo hicieran canciones mito del tipo "In the Air Tonight" de Phil Collins. 

                                                  Clip con la BSO e imágenes del filme

Pero el autor de "Ladrón" está innegablemente palpable más allá de envoltorios, en la esencia misma de la narración. En esta historia de criminal con código, de principios inalterables que te hacen sobrevivir. En decisiones que se saben malas pero se toman. En este filme de redenciones por un instante, de malas partidas, de azares, de errores sin enmienda. 


Pero "Drive" es más y va más allá del universo Mann. Es un cuento clásico, una fábula urbana, con paladines y princesas que rescatar. Con un caballero con el blasón del escorpión en esa chaqueta que es remedo de armadura y escudo; y que es imagen metafórica de un tipo animal, silencioso, extremadamente hábil, certero y violento, que mata y muere matando. 


Y es un western, en una historia con un extraño, un matrimonio y un niño, como los de "Raíces profundas". Un tipo como el Clint Eastwood de "El jinete pálido". Y también es puro filme noir, con soledades inhabitadas como las de Alain Delon en "El silencio de un hombre". E incluso, más trivialmente hablando, es claro y a la postre una de acción, una suerte de versión cinéfila de los "Transporter" de Jason Stratham. Y es un filme de amor triangular, con un romanticismo supino, heredero de la mismísima "Casablanca", con escenas de una poética tan arrebatadora como el beso único (en todos los sentidos) existente en el filme. 


Y es la historia clásica de un espartano, de un hombre intencionadamente sin nombre (en la cinta solo es el chico, el conductor, el vecino...) Un tipo que huye del pasado, y que no piensa en el futuro. Un individuo que ha hecho del límite un lugar cómodo en el que vivir mientras le viene a buscar la muerte. Y es una historia de violencia, como no podía ser de otro modo, viniendo del realizador de la aún por descubrir "Bronson". Una violencia salvaje, brutal, atávica, emparentada en momentos con Walter Hill o el Tony Scott todavía ochentero de "Revenge" o de la tarantinesca y no menos romántica "Amor a quemarropa". Una violencia hermana de la que otro devoto de Mann, el coreano Na Hong-jin, cultiva expeditiva en "The Yellow Sea", que puede verse además estos días también en nuestras carteleras. 

El realizador holandés dirigiendo a Gosling

Pero todo ello es referencial, no insulso ni insultante plagio. Es homenaje a lo grande, orquestado con la personalidad y el criterio de quien ama una clase de cine, el de géneros con mayúsculas. Tributo puesto en prendedoras imágenes con aliados imprescindibles como la maestra fotografía de Newton Thomas Sigel, autor de trabajos como los de "Sospechosos habituales", "El Secreto de los Hermanos Grimm" o la mas reciente "La Conspiración". Una fotografía a la que el realizador del filme deja ser creativa, reposarse, agarrar en planos largos a los actores y en secuencias modélicas la acción, con unos movimientos a ralentí que harían salivar a mismísimo Sam Peckinpah. 


En tiempos de revivals en el peor de los sentidos. De búsquedas de apuestas a lo seguro, de productos artificiosos que garanticen la taquilla, "Drive" es una mirada atrás, si, pero a contracorriente, por su ausencia de concesiones de su creador que cuenta lo quiere y como quiere, guste o no. Un filme de autor para paladares cinéfilos que hará que Michael Mann sonría de medio lado, asintiendo socarronamente, cuando al final se enciendan las luces. 

By Harry Callahan 

NOTA: 10/10 


ESCUCHA ESTA CRÍTICA CON EXTRAS EN PODCAST CON EXTRAS: https://dl.dropboxusercontent.com/u/224337446/drivecritica.mp3


TÍTULO ORIGINAL: Drive 




TEMA DE RIZ ORTOLANI QUE SUENA EN EL FILME: http://www.youtube.com/watch?v=tg0jOpr1Uhk

SOBRE LA MÚSICA DEL PODCAST: http://www.jamendo.com/es/track/809546
TRAILER Y MATERIAL DE AUDIO DE DRIVE CORTESÍA DE: The Walt Disney Company. Todos los derechos reservados. 

domingo, 1 de enero de 2012

"BREAKING BAD (SERIE TV)": Un cocinero maestro llamado Heisenberg

"El simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo". Esto es lo que se conoce, precisamente, como efecto mariposa, que dentro de la teoría del caos, hace referencia a que en un determinado sistema caótico, una pequeña perturbación, puede generar un efecto considerablemente grande a mediano o corto plazo. 

Esta es la premisa básica de la que parte “Breaking Bad”, al contarnos el accidentado descenso a los infiernos de Walter White, un profesor de instituto de mediana edad, cuya existencia no pasa precisamente por el mejor de los momentos. Las acuciantes deudas le obligan a denigrarse lavando coches. Y ello pese a que es todo un genio de la química que, desde hace años, podría nadar en dólares de no ser por la pasada que le jugaron una pareja de supuestos “buenos amigos”. 


No obstante, como sin piedad adjudica la certera “Ley de Murphy”, si algo es susceptible de empeorar, ten por seguro que bien lo hará. Y ello es axioma en el sistema caótico vital de Mr. White, que, además de tener un hijo adolescente con parálisis cerebral, y de quedar su mujer nueva y accidentalmente embarazada, para colmo de azares, es diagnosticado de cáncer de pulmón lo que, definitivamente, hará que se replantee su vida y tome una insólita decisión que será la perturbación que cambiará radicalmente la existencia de todos cuantos tienen algo que ver, si quiera remotamente, con el amigo Walter. 


Y es que, concretamente, nuestro protagonista, con el objetivo de proveer a su familia un futuro imprescindiblemente mejor para cuando no esté, decide apostar por la más radical de las decisiones posibles, la única que le permite hacer pasta tan rápido como necesita: dedicar el poco tiempo que le queda a aprovechar sus proverbiales conocimientos químicos para “cocinar”, en secreto, cristal de meta-anfetamina, una popular droga para cuya elaboración solo hace falta ir de compras a la ferretería de la esquina. Ello le convertirá, a velocidad speedica, en los ambientes narcos, en el misterioso Heisenberg, toda una leyenda del tráfico de estupefacientes en el fronterizo Nuevo México, sobre el que se compondrán y cantarán los más míticos corridos. 

Narcocorrido de Heisenberg

Y si el planteamiento de la serie, así contado, resulta obviamente tan radical como sorpresivo, el modo en que el argumento toma cuerpo en cada episodio es igualmente todo menos ordinario u obvio. Así, si bien algunos se han precipitado a citar su emparentado con otros productos previos como puedan ser “Los Soprano” o “Weeds”, en mi opinión, la serie creada por Vince Gilligan va mucho más allá, constituyéndose por derecho propio en una de las más sorprendentes, corrosivas y maestras de cuantas pueblan la abultada parrilla de televisión yanqui. 
Por comenzar a desgranar virtudes, la primera quizás sea el perfecto balance conseguido entre drama, género negro y relato mafioso contemporáneo. Y el modo de narrar la historia, con un libreto brillante, diferente en sus modos a mucho de cuanto se ha visto en televisión hasta la fecha, con acertados apoyos descompresivos en un oscurísimo sentido del humor basado en el malsano hábito humano de disfrutar y hasta gozar con la desgracia del prójimo, y más si es ese perro flaco al que todo se le vuelven pulgas. 

Promo de la cuarta temporada subtitulado (spoilers)

Además, esta historia de puntos de no retorno, de planes que se salen de control, esta actualización implícita del mito de Jeckyl y Hyde, este serial de hampones domésticos, es puesto en imágenes empleando una fotografía fronteriza, vívida, imaginativa en sus puntos de vista, propia del cine indie más afortunado, a la que ayuda impagablemente un montaje y selección musical de lo más idónea, pese a lo insólita que resulta en ocasiones la elección de sus temas. 


Por el camino hay pullas a herir con sangre contra el sistema de salud capitalista americano, reflexiones esencialistas sobre qué es y para qué sirve el dinero, y una evolución siempre lógica, aunque nunca previsible, de personajes portentosamente caligrafiados y encarnados por un casting adecuadísimo. Y aquí entro deliberadamente en el capítulo de las obviedades. Todo el elenco actoral saca nota brillante en la personificación de sus roles. Sin embargo, por razones contundentes, hay que destacar a Bryan Cranston. La personificación del absoluto protagonista de la serie es una de esas que perdurarán en la retina del espectador por décadas. Su Mr. White es gangster, padre y esposo, a cuotas iguales. Es Inteligente, animal, violento, frágil, egoísta y, al fin y a la postre, un buen hombre que rompe a ser malo (como delata el título de la propia serie). La riqueza de matices, expresividad y modulación vocal (imprescindible ver en VO, el doblaje es criminal), convierten el trabajo del actor de California en una autentica lección de verismo y autenticidad interpretativa. 

Entrevista a Bryan Cranston sobre su personaje (spoilers)

Pero lo mejor del asunto, es que también encontramos secundarios de los llamados de oro. De entre los que, si injustamente tuviese que quedarme con uno, lo haría con un inmenso Giancarlo Esposito que construye un antagonista sencillamente brutal, al que, además, los guionistas dotan de una profundidad psicológica y un background que lo convierten en lo que uno siempre le pide a los malos, que sean buenísimos. Pero ya digo, sería un acto de injusticia, porque desde el cuñado agente de la DEA, al que da vida Dean Norris, que al fin encuentra un rol en el que brillar en su dilatada carrera relegada a la serie B; hasta el picapleitos sin escrúpulos representado con comicidad prodigiosa por Bob Odenkirk; pasando por RJ Mitte y Anna Gunn, hijo y esposa de Walter; y alcanzando al veteranísimo Jonathan Banks, hombre para todo del capo Gustavo Fring; todos, absolutamente todos, componen una fauna de personajes tan singulares como apropiadísimamente encarnados. 

Aaron Paul (Jesse Pinkman) y Giancarlo Esposito (Gus Fring)

No se a quién habrá cabreado Vince Guilligan, pero así las cosas, lo único malo de “Breaking Bad” es el olímpico desprecio que sienten, temporada tras temporada, los premios por ella, lo que la convierte en aún más genuina, outsider, de culto y, en pocas palabras, legendaria. 
De momento se han emitido cuatro temporadas (en las que anecdóticamente diré que se habla mucho español) y que enganchan como el cristal que cocinan sus protagonistas. La AMC ha cerrado además con su creador los últimos 16 episodios, con los que concluirá, parece ser, definitivamente la serie. Lo que falta por revelarse es cuando y como se emitirán. Lo que si es seguro es que, tan pronto salgan al aire esa 16 perlas, éste que firma estará clavado frente al televisor para no perderse ni un solo segundo de la prometedora conclusión de una de las mejores series que ha parido la televisión en la última década. 

By Harry Callahan 

NOTA: 9,5/10 

TÍTULO ORIGINAL: “Breaking Bad” 

ESCUCHA ESTA CRÍTICA EN PODCAST CON EXTRAShttps://dl.dropboxusercontent.com/u/224337446/breakingbadcritica.mp3


WEB OFICIAL: http://www.amctv.com/shows/breaking-bad
WEB DE "WALTER WHITE": http://www.savewalterwhite.com/