sábado, 22 de diciembre de 2012

"HOMELAND (serie TV)": 24 con factor humano

El falso culpable. O, mejor aún, el falso inocente. O, quizás, ni lo uno, ni lo otro. O ambas cosas. Esto es Homeland. Pero también, mucho más. Es la serie de moda en EEUU. La favorita de Barack Obama. La que no para de cosechar premios. La que tienes que ver si aún no lo has hecho...
Poniéndonos en antecedentes argumentales y reconociendo a cada cual lo suyo, lo primero que hay que aclarar es que “Homeland” no es un producto original. Es el remake americano de una serie israelí titulada “Hatufim (Prisioners of War)”, aunque con ciertos cambios, sobre todo en su segunda temporada. Esos cambios han sido la personal huella de Alex Gansa, Howard Gordon y Chip Johannessen, libretistas de la mítica “24”. A ellos, además, se debe la impronta de thriller de acción con trasfondo político y terrorista contemporáneo que tiene el show desde el comienzo. Suyos son, claro está, los giros de guion, las vueltas de tuerca y el componente sorpresa marca indeleble de la casa.
Sin embargo, “Homeland” no es una nueva versión “24”. Es un producto que no solo persigue ser un entretenimiento de calidad, sino que se me antoja un serial más maduro y adulto, con una preocupación cuasi obsesiva por la creación de personajes densos, con profundidad psicológica, que contrapesan en sus interrelaciones los momentos de mera acción non stop. En esos terrenos, la clave es el concurso de un tipo como Henry Bromell, productor ejecutivo de la malograda “Rubicón”, una opresiva y conspiranoica serie de espías contemporáneos que mereció mejor suerte que su cancelación tras la primera temporada.
Las manos guionistas de todos ellos han parido un producto que presenta un equilibrio perfecto entre la acción más dinámica y estresante, de un lado; y de otro, los conflictos personales más realistas en los que el factor humano siempre será desencadenante de cuanto pase.


 El reparto de Homeland en los pasados Globos de Oro


Pero un relato planteado en estos términos, si aspira a tener éxito, tiene a la fuerza que descansar sobre un casting con empaque. En ese asunto, “Homeland” presenta un triángulo actoral que envidiaría, a día de hoy, cualquier showrunner. Damian Lewis, Mandy Patinkin y en grandiosa medida Claire Danes, capturan al espectador con el verismo de sus interpretaciones, involucrándolo en sus conflictos hasta el punto de que las propias relaciones personales generan la misma o más tensión que la propia (y más obvia) de la trama terrorista.
La clave de todo ello es el diseño de los caracteres. En este caso, al contrario de lo que ocurría en “24” con el personaje de Jack Bauer, un héroe heterodoxo en los modos pero que sigue los cánones más o menos clásicos, en “Homeland”, el sargento Brody, Saul Berenson y Carrie Mathison son un trío de anti-héroes mucho más humanos, vulnerables y por ende, más creíbles que el que interpretara Kiefer Sutherland.
Ello definitivamente arrastra al espectador a empatizar de un modo definitivo con los protagonistas, lo que, nuevamente, conduce a una verosimilitud mayor, que se convierte en definitiva, cuando el trasfondo geo-político, en el que tiene lugar la narración, se sitúa en una América post 11-S que toma prestados de la realidad muchos hechos rabiosamente contemporáneos. En tal sentido, de destacar es el riesgo tomado por los responsables del serial al poner en imágenes situaciones y momentos que tocan heridas abiertas y aún sangrantes de la historia reciente de los EEUU.
Poster de la serie israelí "Hatufim" en la que se basa "Homeland"

Todo ello, hace de “Homeland” una serie, sencilla y sinceramente, imprescindible. Hasta la fecha consta de dos temporadas. La segunda mejor aún que la primera, a la que le costó arrancar, pues sus seis primeros episodios se preocupaban más de reenganchar espectadores que de avanzar en la trama. No obstante, tras esos seis capítulos iniciales, sus responsables pisan el acelerador y todo en adelante serán curvas… y unos finales de temporadas brutalísimos. Esperemos que la tercera y probable última season, que resitúa a los personajes protagonistas en puntos de partida radicalmente diferentes, logre ofrecernos un cierre de historia que por lógica de acontecimientos no debería de durar, pero que si sigue contándose del mismo modo que hasta ahora, no me importaría que se prorrogase cuantas temporadas les dé la gana a sus creadores.
By Harry Callahan
NOTA: 1ª temporada 8/10 - 2ª Temporada 9/10

ESCUCHA ESTA CRÍTICA EN PODCAST CON EXTRAS: https://dl.dropboxusercontent.com/u/224337446/HomelandTvCritica.mp3
TÍTULO ORIGINAL: "Homeland"
DATOS SERIE ORIGINAL "HATUFIM": http://www.imdb.com/title/tt1676462/
SOBRE LA MÚSICA DEL PODCAST: http://www.jamendo.com/es/track/895041/thethird-fall

lunes, 17 de diciembre de 2012

"EL DOBLE DEL DIABLO": La versión "seria" de "El Dictador"

“El doble del Diablo” tiene tufo a serie europea de opereta. De esas que producía la televisión de Berlusconi, en las que todo parece impostado, de cartón piedra, y excesivo, muy excesivo.
Tamahori nunca fue el genio que muchos quisieron ver en “Guerreros de antaño”. Su filmografía de películas americanas así lo acredita, con fiascos como “La Brigada del sombrero” o “El desafío”, en donde lo tenía todo y se despeñó; y otros títulos que tan solo quedaron correctos, como el 007 “Muere otro día”. El resto son naderías tipo “Next” o “XXX-2”
Exiliado ahora por las grandes majors, y con amparo en productoras del viejo continente, trata de poner en pie cintas como ésta que, claramente, le queda muy grande. A él y a Dominic Cooper, su duplicado protagonista. Ambos dibujan a grosos brochazos la figura del hijo de Sadam Husein, convirtiéndolo en una suerte de Tony Montana pasado de rosca que permanentemente se ahoga en el ridículo más esperpéntico.

 Dominic Cooper haciendo de Tony Montana

Una lástima, pues de caer en manos de otros con mejores oficios, estaríamos ante un producto más próximos a la muy reivindicable serie B “Caza al terrorista”, que dirigiese magistralmente Christian Duguay, que a esta versión pseudo-seria (sin pretenderlo) de “El Dictador” con Sacha Baron Coen.
By Harry Callahan
NOTA:3/10

TÍTULO ORIGINAL: "The Devil´s Double"

TRAILER Y WEB OFICIAL: http://www.thedevilsdoublefilm.com/index2.html

DATOS ADICIONALES: http://www.imdb.es/title/tt1270262/

domingo, 25 de noviembre de 2012

"GOLPE DE EFECTO": La grandeza de Eastwood



El gran Clint Eastwood ha sido infiel a su promesa. Y es que, tras protagonizar “Gran Torino”, anunció que no interpretaría más, que continuaría únicamente oficiando de realizador, los años que Dios y las aseguradoras le dejasen hacer cine. Cierto es que aquel papel de viudo descreído y huraño, resumen perfecto de muchos de sus roles protagónicos, bien pudiera haber sido el perfecto punto y final a una memorable filmografía como actor.

Sin embargo, el aventurero de medianoche, ha querido ser fiel a sus amigos. Por eso, cuando su antiguo ayudante de dirección y ahora socio en la Malpaso, Robert Lorenz, le rogó que una última vez se pusiera delante de la cámara, el bueno de Clint no supo decir que no. Así, la suerte y la amistad se han aliado para darnos como bis de propina el gustazo de volverle a ver en pantalla grande, esa que llena de carisma y presencia con la grandeza que un día lo hicieran Bogart o Wayne.  
A priori, además, su papel de veterano cazatalentos venido a menos, que mantiene una difícil relación con su hija, volvía a ser uno de esos que últimamente le ajustaban como un guante. El muy americano asunto del baseball y compañeros de casting tan atractivos como Amy Adams o John Goodman, nos hicieron pensar que el que fuera Harry El Sucio nos volvería a alegrar el día.

 

El problema es que “Golpe de efecto” confunde el tocino con la velocidad, o, en este caso, la sencillez con la simpleza. Y si bien nunca fue un filme con ínfulas, ni se esperaba un nuevo “Gran Torino”, lo cierto y verdad es que la cinta es un estrenos tv que solo el buen hacer de Eastwood consigue dignificar y elevar muy por encima de lo que merece.
Y, si bien hay que aclarar que no estamos ante un fiasco como “El Cadillac Rosa” (la otra vez que el actor de California encabezó cartel por pura amistad), la torpeza de Robert Lorenz a la hora de poner en imágenes esta historia es más que insondable. No hay el menor atisbo de trascender en el modo de rodar. Ni creatividad alguna, desde el punto de vista narrativo. Por otra parte, el guion es un refrito de tópicos y lugares comunes, un ejemplo de previsibilidad que jamás consigue mantener la curiosidad del espectador.


Eastwood recibe indicaciones de Lorenz

Lo único que hace que no te quieras levantar de la silla, sino más bien lo radicalmente opuesto, quedarte pegado a ella, son los momentos en los que el que fuera William Munnie hace acto de presencia, con sus ochenta y dos inclementes años visibles en cada movimiento, en cada arruga de su avejancado rostro. Sus miradas, gestos y modos siguen embelesando a la platea. Filmes como este, absolutamente crepusculares en la carrera de un actor, te hacen además dejar volar tus recuerdos y situarle con la imaginación en tantos y tantos otros roles con los que gozaste durante años. 

Por ello, este “Golpe de efecto” sabe a copa de vino muy añejo, que cuando la disfrutas sabes que, muy probablemente, ya no volverás a poder paladear de nuevo. Porque, amigos, este filme de Eastwood sí que pudiera ser el último título de su carrera actoral. La Naturaleza no miente, ni perdona. Y ello le confiere a la película un valor que, atendiendo a otras razones, meramente cinematográficas, no tiene ni de lejos. En este sentido, resulta más emocionante que nunca ver como esos inimitables andares arrastrados se alejan de cámara en el último plano de la cinta, al tiempo que resulta incontenible sonreír de medio lado y pensar: ¡que grande eres, maestro!


by Harry Callahan
NOTA: 7/10
TÍTULO ORIGINAL: "Trouble with the Curve"

domingo, 18 de noviembre de 2012

"HOLY MOTORS": Un filme onanista

 
“Holy Motors” es un filme onanista. Y me explico. Su director la ha rodado para sí, de espaldas al público, al que probablemente ve como el que muestra al comienzo del filme: seres indolentes, masa pasiva, adocenada. Por eso decide no respetarlo, pasar de darle lo que espera, y ejerce de artista en su acepción más esencial, más radical.
De esta suerte, propone una obra personalísima, la que le sale del alma, la única que podía rodar sin traicionarse. Y en ella plasma todo cuanto quiere, con sus hipotéticas virtudes y defectos, con sus presuntos aciertos y errores. Y como creación libre y auténtica, sin adulterar ni limitar, genera en quien la ve sensaciones que van desde el amor más incondicional al desprecio más beligerante e insultón. Redescubriéndonos que el cine puede ser algo más que palomitas y merchandising, franquicias y remakes. Que fue, es y será arte, y en ocasiones como esta, adelantado a su tiempo, e incluso al propio futuro del que pueda venir.
 
Soy de los que piensan que el arte lo es cuando mueve algo dentro del espectador, cuando éste no queda indiferente, para bien o para mal. Desde ese punto de vista, el autor de “Los amantes del Pont-Neuf” mueve el alma, el estómago o directamente los intestinos, según a quién preguntemos. Por ello le estimo como unos de los realizadores más “artistas” del panorama actual.   
Quizás, porque no, esa sea su verdadera pretensión aquí, más allá de mirarse el ombligo. Quizás me equivoque y no pasa olímpicamente de los que verán su filme; y en un altruista ataque de generosidad pretenda agarrar de los hombros y agitar  precisamente a ese público que inerte languidece en la sala de cine del comienzo que antes recordaba. Bien podría ser…
 
 
De cualquier modo, no hay un “Holy Motors”, sino tantos como espectadores la hayan visto, pues para cada uno será una experiencia personal e irrepetible. Para el que esto firma supuso un asistir boquiabierto a un descarnado y devoto homenaje al cine, a sus géneros, a su magia y quienes lo hacen posible, los actores. Con un Denis Lavant inconmensurable, cuyo trabajo debería mostrarse, si o si, en todas las escuelas de interpretación. Una cinta para gastar muchos de los adjetivos apasionados de cualquier diccionario: hipnótica, transversal, radical, atrevida… y, al fin y a la postre, única. Un filme que de seguro haría las delicias de Luis Buñuel y que David Lynch, probablemente, haya visto ya en innumerable ocasiones.
By Harry Callahan
 
NOTA: 8/10
 
TÍTULO ORIGINAL: "Holy Motors"

miércoles, 14 de noviembre de 2012

"SKYFALL": El dry Martini nº 23

 
Debe ser difícil hacer la película número veintitrés de una saga. Y tiene que serlo más aún si la franquicia está de redondo cumpleaños, cincuenta concretamente. Y debe ser más complicado todavía cuando eres un “autor” más que un artesano de la acción. Por eso, cuando al tipo que filmó “American Beauty” le dieron la cocktelera en la que meter nuevamente un buen puñado de tópicos para hacer que supiesen distintos, el objetivo sabiamente marcado no fue otro que idear un dry Martini con sello propio, aunque obviamente tuviera que ser agitado, no mezclado.
Y es que “Skyfall”, como buen nieto de un abuelo mediosiglista, se recrea en obsequiar un sinfín de autohomenajes al universo Bond. Tan es así que incluso hay un instante, muy surrealista, en el que resucitar el mítico Aston Martin DB5. Pero Mendes es capaz de trascender y dejar huella. De un lado, por obra y gracia de una muy oscarizable fotografía del mago Roger Deakins que convierte el filme en un todo un festín visual, con momentos tan ya imperecederos como las plastiquísimas escenas en el rascacielos de Shanhai o en el casino de Macao.
El otro gran arma de Mendes para ganar la mano es la dirección actoral de un casting casi perfecto que tiene momentos y diálogos tan notables como el primer encuentro de Craig con Bardem, o el de éste con “M”, que aunque un tanto Lecteriano, no deja por ello de evidenciar que la acción más vibrante bien puede esconderse en un tete a tete audazmente puesto en escena.
 

Sam Mendes junto a Judi Dench en el rodaje

 Lo que me lleva a habar, inexorablemente, de Javier Bardem. El verdadero gadget que “Q” entregó a Mendes para hacer trascender, definitivamente, el filme. Un gadget nada sofisticado, pero tan efectivo como la celebérrima Walther PPK. Un actorazo que se merienda a cualquiera que osa darle réplica. Un animal cinematográfico tan brutal como su propia fisonomía y capacidades de superarse en cada reto interpretativo, por muy tópico o convencional que pueda resultar (como es el caso: algo tan pedestre como hacer de villano en un Bond).
Así pues, chapó por todo ello a Mendes, que ha facturado a todo esto una cinta a todo esto tan brillante como entretenida, y que además insufla al mito y a los personajes a él cercanos, ciertos aires de trascendencia, de honduras psicológicas; y que, de paso, aprovecha para desvelarnos incluso detalles de unos orígenes y pasado traumáticos del propio 007, algo por otra parte muy de moda, muy Nolaniano. A ver que hace el que le toque reiniciar la franquicia en el punto de reboot en el que ha quedado. Alguien que, muy a propósito, se cuenta en los mentideros cinéfilos que podría ser el mismísimo aludido Christopher Nolan.
 
By Harry Callahan
 
NOTA: 8/10
 
TÍTULO ORIGINAL: "Skyfall"


domingo, 11 de noviembre de 2012

"LOOPER": Clásico de culto instantaneo

De Johnson me gusta su amor por el riesgo y... su poca vergüenza. Ya lo demostró en Brick, su opera prima. Esa que transformaba el filme teen de instituto en un relato de cine negro con regustos literarios añejos. 

Ahora este tipo le hinca el diente al resbaladizo asunto de los viajes en el tiempo. Y, sin negar referentes a cintas como "Terminator" o "Regreso al futuro", se las ingenia para proponer una historia de cine fantástico que logra sorprender al espectador, con un final mas que redondo, en el que milagrosamente todo cuadrara. La clave, su habilidad de barman desprejuiciado a la hora de mezclar, por ejemplo, en su particular coctelera, ciencia ficción y western, del q conserva imaginería, situaciones clásicas y elementos primitivos. Aunque aquí las armas son megarevolveres y trabucos, los caballos, motos q levitan, los salones, cafeterías diner y los villanos, gangsters de look post "Matrix", aunque , eso si, sombrero cowboy.


Johnson dando indicaciones a Gordon Levitt

También me gusta del autor de la casi inedita Los hermanos Bloom, la economía narrativa que utiliza en este ultimo trabajo. Amparada en en montaje sencillo pero eficaz como mecanismo de relojería, las presentaciones de personajes y de argumento son maestras en el primer acto. Propias del artesano que sabe como quiere contar las cosas sin que las limitaciones de presupuestos lo malogren. En este sentido la historia pide paso y relega acertadamente una recreación espectacular del futuro, que es mas un presente con sutiles cambios esenciales.
Solo le afeo a Johnson no haber puesto a Bryan Cranston en lugar de al buenazo de Jeff Daniels, imposible en su rol de malote; un segundo acto algo moroso en contraste con el resto;y algún demencial peinado de Bruce Willis. Pero eso solo consigue bajar la calificación del filme, de obra maestra del genero a clásico de culto instantáneo.

by Harry Callahan

NOTA: 8/10

TíTULO ORIGINAL: "Looper"

domingo, 7 de octubre de 2012

"EL FRAUDE": De Pretty Woman a Ugly Man


Los actores son recordados por un papel que les marca. Da igual que trates de evitarlo, diversificando tus registros. El público y la crítica, en el fondo, somos simplistas y, al final, en el obituario que se escriba de ti cuando te largues al otro barrio, serás siempre alguien gracias a aquel personaje.

En el caso de Richard Gere, su rol en "Pretty Woman" es el sambenito referente que siempre le acompañará, aunque hayan pasado más de dos décadas desde que protagonizara aquella rescritura moderna del cuento de Cenicienta. No obstante, la gracia está en que Gere, pese a sus variopintos intentos por redimensionar sus posibilidades interpretativas, el personaje de hombre de negocios sin escrúpulos es el que mejor le ajusta. Y es que, se diga lo que se diga, en "Pretty Woman", por mucho que le pese y dentro de las naif pretensiones del filme, estaba sencillamente ideal en su papel de despiadado ejecutivo liquidador de empresas, finalmente reconvertido en príncipe azul por obra y gracia de la Roberts.
Julia Roberts y Richard Gere en "Pretty Woman"
 
En la cinta del debutante Nicholas Jarecki, no hay príncipes, ni cenicientas. No es un cuento. Más bien es una pesadilla. No hay happy end, sino el reverso oscuro de una fábula, la del hombre hecho a sí mismo que para conseguir lo que quiere, no duda en cruzar líneas rojas. Pero Gere vuelve a estar soberbio como gurú capitalista, como exitoso ejecutivo desalmado. Aunque, claro, el recorrido del personaje es a la inversa, de la complicidad del espectador al desprecio más absoluto, cuando quede completamente desmitificado y expuesto.

Y si en "Pretty Woman", el colofón a la historia llegaba en su epílogo, cuando Gere, a lomos de una limusina y flores en ristre, rescataba a la princesa de ser lo que era; aquí, también el momento álgido del relato está en el modélico plano secuencia final. Pero en “El fraude” no hay redención para nadie, sino ajuste de cuentas entre matones de cuello blanco y galas benéficas, para que la rueda siga girando. Una demoledora escena final, feria de vanidades hipócritas, en base a cuyo efectismo está construida toda la película y que nos evoca el relato bíblico de los farisaicos sepulcros blanqueados.
Richard Gere en "El Fraude"

Como decía antes, más de veinte años separan a aquella pretty woman de este ugly man, que a la postre no deja de ser una suerte de reintrepretación realista del mismo personaje, entre comillas. Sin embargo, en ambas cintas una cosa es palmaria, nadie luce como Gere el traje de tiburón capitalista.
 by Harry Callahan
 
NOTA:7/10
 
TÍTULO ORIGINAL: "Arbitrage"

domingo, 16 de septiembre de 2012

"THE NEWSROOM (SERIE TV)": Un Sorkin capriano entre Lou Grant y Buenas Noches, y Buena Suerte


Nadie escribe ni dialoga como como él. El mero hecho de dejarse pasmar por la inteligente trabazón de sus historias o la chispa de las réplicas y dúplicas de sus personajes, ya justificaría zamparse todo lo que haga, ya sea para teatro, cine o televisión. Pero es que, además, este enfant terrible del stablishment no da puntada sin hilo, y en un momento social como el que vivimos, que alguien se atreva a hacer televisión que mueva conciencias a la par que entretenga, es tan inusual que merece detenerse a desmenuzar que hay detrás de su última creación: THE NEWSROOM. Obviamente, el tipo del que hablo se llama Aaron Sorkin.
La serie que me ocupa cerraría lo que pudiera ser su personal trilogía de la televisión, conformada por "Sports Night" (1998-2000), con Josh Charles y Felicity Huffman, y la prematuramente cancelada "Studio 60" (2006-2007), con Amanda Peet y Matthew Perry. Respecto de esta última, "The Newsroom" tiene mucho que ver, pues en ella se desvelaba lo que se cocía realmente en la tramoya del espectáculo catódico y se tiraba a dar a muchas de las patatas calientes de la sociedad americana post once de septiembre. Aquí, ahora, vuelve a hincarse el diente a asuntos nada complacientes, tales como lo que conforma la verdadera esencia de las noticias que cada día recibimos en los medios. Y de como éstas pueden estar enrarecidas, maquilladas y hasta reinventadas por la acción de los intereses corporativos económicos, la dictadura de las audiencias o el servilismo a intereses políticos.
El reparto principal de la serie

Argumentalmente, "The Newsroom" se mete en las tripas de la redacción de un espacio de noticias de una cadena americana por cable, para mostrarnos como se gesta la producción de cada programa, como de los hechos nacen las noticias y de como estas pueden y deberían contarse al público. Si en la Biblia se decía “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”, Sorkin nos parafrasea a Dios diciéndonos “La verdad nos hará ciudadanos informados capaces de tomar decisiones”. A partir de ahí, el esquema vehicular utilizado para narrar es un clásico en la obra del ganador del oscar por el libreto de “La red Social”. Parte de un sujeto líder, carismático o con especiales habilidades, y su entorno, que se enfrentarán a lo establecido, a lo preconcebido, al borreguismo. Recuerdo con esta idea filmes escritos por Sorkin como la citada “La red Social”, la más reciente “MoneyBall”, “El presidente y Miss Wade” o la serie que se originó en su remolque, la ya mítica “El Ala Oeste de la Casa Blanca”.
Anudado a lo que comento, algunos critican al autor de la pieza teatral y posterior guión de “Algunos Hombres Buenos”, que su narrativa en “The Newsroom” vuelve a ser buenista, excesivamente moralizante y algo demagógica. Yo preferiría hablar de un sano y desvergonzado idealismo, de un nuevo y oportuno golpe a la conciencia a una sociedad interesadamente aletargada, embrutecida, e insensibilizada que es víctima propicia para su más indolente manipulación. Así las cosas, alabo este estilo capriano de hacer entretenimiento, que me remite a filmes como “Juan Nadie” o “Caballero sin espada”.
Jeff Daniels y Aaron Sorkin
Habría que dejar nota al pie indicativa de que las críticas antes mencionadas han sido enarboladas por sectores influidos por la política más reaccionaria. La sociedad americana está hoy absolutamente polarizada. Todo es y se interpreta en calve política, o mejor dicho, en lucha por los votos, y en su consecuencia, por el poder y su conquista o conservación. Algo que ocurre, desafortunadamente, en demasiadas partes… Así las cosas, Sorkin es un demócrata proactivo y eso no se perdona. Y menos si al héroe de la función le haces declararse un confeso republicano y le “utilizas” para fustigar y sacar a la luz todo lo que de sonrojante, o directamente vergonzoso, tienen movimientos como el republicano Tea Party. Afortunadamente, la HBO, cadena que auspicia el proyecto, ha hecho oídos sordos a todo este interesado ruido de fondo, propio de la permanente pre-campaña presidencial en que viven los EEUU, y se ha rendido a la evidencia, que no es otra que la inusitada calidad que rebosa el producto, su oportuno espíritu crítico, y ha renovado la serie por una nueva temporada.
Discurso de Daniels al comienzo del primer episodio

No obstante, habría que aclarar después de todo lo expuesto, que aunque se habla y mucho de política y de contexto social e histórico, en absoluto "The Newsroom" es una serie densa o mal llamada intelectual. No hay que temer a ello, ni tampoco a no conocer la realidad americana y sus actores. Ahí radica el prodigio, porque el grupo de periodistas de la redacción, con su presentador y productora a la cabeza, son los grandes protagonistas. Eso y el factor humano, que es el gran desencadenante, el que marca la diferencia, el mueve a la emoción, que la hay y mucha en cada capítulo. Un conjunto de periodistas que aman, sufren, trabajan y sueñan, cuyas tramas cruzadas y azares personales sirven para, ejemplarmente, desentumecer y aligerar narrativamente una aproximación a la sesuda realidad que de otro modo resultaría elitista o tediosa. Además, la puesta en escena es rutilante, de un ritmo tan endiablado que por momentos recuerda, en formas que no en fondo, a un filme del siempre reivindicable Peter Bogdanovich por el que siendo una particular filia. Me refiero a “Que ruina de función”.
Llegados a este punto, una crítica que se precie no estaría completa sin hacer referencia, aunque sea somera, al elenco actoral de "The Newsroom". Me alegro extraordinariamente que aquel tonto muy tonto de los Farrelly haya encontrado, tras muchos años, un rol de lucimiento que le ajusta a la perfección. Y es que si a todo actor le llega un papel caramelo, una vez en la vida, éste es el de Jeff Daniels. A su vera, Emily Mortimer se sitúa en el idóneo espacio, no exento de riesgo, en el que Sorkin quiere situar su personaje: esencial contrapunto, alma imperfectamente gemela y motor incesante de las reacciones vitales del de Daniels. Con Sam Waterstone, me lo paso pipa. Y con Jane Fonda no dejo de pensar en cuanto saca su personaje de presidenta de la cadena de su exmarido Ted Turner, creador en su día de la CNN.
Poco más pudiera añadirse de este nuevo Sorkin, proverbial híbrido entre la mítica serie de tv "Lou Grant" y la incisiva película de George Clooney "Buenas Noches y buena suerte", en la que curiosamente también participó Jeff Daniels. Únicamente que perdérselo es estar en televisivo e irredento pecado mortal.
By Harry Callahan
NOTA:9/10
TÍTULO ORIGINAL: The Newsroom

LA EMITE EN ESPAÑA: CANAL+

ESCUCHA ESTA CRÍTICA EN PODCAST:https://dl.dropboxusercontent.com/u/224337446/TheNewsroomCritica.mp3

lunes, 10 de septiembre de 2012

"THE DEEP BLUE SEA": Cine orgulloso de no estar a la moda

Cine a contracorriente. Orgulloso de no ir a la moda. Donde los tiempos y los silencios cuentan lo mismo que las palabras. Preciosista en sus formas. Con el mimo interpretativo que solo los británicos saben conferir a sus obras y, especialmente, con una Rachel Weisz inconmensurable. Arrebatadora, fragil, hierática, en este proverbial adagio a la pérdida amorosa. Obviamente no es para todos los públicos, pero su público la disfrutará como una cerveza bien negra en un pub londinense de esos que ya no existen.


by Harry Callahan

NOTA: 8/10

TÍTULO ORIGINAL: "The Deep Blue Sea"

"SHANGHAI": Cine clásico de cartón piedra


Pretenciosa y fallida. En Shanghai, todo lo que debiera deslumbrar, parece falso, de cartón piedra. Puede que las dificultades de rodaje habidas en la propia capital china disculpen algo, pero visto el conjunto, el gazpacho histórico-amoroso, trufado de thriller de espías, no puede ser más fracasado en su intento de emular un cine clásico de pedigrí romántico a lo Casablanca. Tanto la historia que se pretende contar como el modo fílmico de contarla es equivocada. Hay además graves problemas de casting, con un Cusack de razzie, al que le sienta mal hasta el sombrero... Y es que Bogart, amigo mío, no es cualquiera... Los único salvables son los actores orientales: Watanabe y, sobre todo, una mujer por la que yo también arriesgaría el pellejo sin pestañear: la siempre fascinante Gong Li. Entiendo porque ha tardado dos años en estrenarse... 

By Harry Callahan

NOTA: 4/10

TÍTULO ORIGINAL: "Shanghai"



sábado, 21 de julio de 2012

"EL CABALLERO OSCURO (BATMAN 3): LA LEYENDA RENACE" : La "menos buena" de la trilogía



Christopher Nolan se enfrenta en “La leyenda renace” al más difícil todavía. Batirse a sí mismo y superar con ello la mejor película de superhéroes que jamás se haya rodado: “El caballero oscuro”. Labor titánica de la que sale dignamente ileso, pues la cinta que ahora se estrena, aun siendo la menos buena de la trilogía, no es en absoluto “la peor”. Y es que, a diferencia del hastío al que otros realizadores llegaron al final de sus sagas, véase el caso de Raimi con Spiderman, Nolan ha filmado un epílogo que, pese a no rayar a la altura de excelencia de sus predecesoras (particularmente de la segunda), no obstante el brío y contundencia de su prosa fílmica hacen que sea la menos redonda de las tres entregas, pero, en absoluto, una mala película.


Cristopher Nolan dirigiendo a Christian Bale


Para explicar esta conclusión quizás haya que empezar por decir que han sido varios los obstáculos insalvables en este final de la etapa del realizador de “Memento” al frente de la franquicia del hombre murciélago. Era muy difícil superar la tensión dramática sostenida en “El caballero oscuro”. Su concepción de filme desasosegante, opresivo, poliédrico en cuanto a hilos narrativos, sorpresivo en cuanto a sus giros argumentales (más aún para los profanos de las novelas gráficas). Era complicado ilustrar nuevamente y de modo tan prodigioso las evoluciones psicológicas de los personajes principales, sus conflictos y modos de resolverlos, el porqué de sus decisiones. Y era, definitivamente, apelar a un milagro encontrar un villano que te helase la sangre como lo lograba el ya tristemente desaparecido Heath Ledger, que se llevó por ello un merecidísimo oscar a la tumba.

Un nuevo personaje y trascendente personaje, Blake...


Si a lo dicho unimos el complicado reto de asumir la puesta en escena de un argumento aquejado de una aparatosidad inversamente proporcional a la substancia de los que se cuenta. Si hablamos de un libreto que dosifica cicatero las sorpresas (limitadas prácticamente a una referida a quién es el malo Bane, realmente); que presenta más de un lugar común (como el desenlace de la acción principal); y alguna imperdonable e impropia (de quién viene) concesión made in Hollywood, como el desenlace postizo de la relación entre Batman y Catwoman. Si consideramos todo ello y, aún así, nos zampamos las dos horas muy largas de metraje impávidos. Si el responsable de “Origen” hace que la gente aplauda en la sala en varios instantes. Y si solo, tras horas del visionado, caes en que en “Batman Begins” se contaba casi lo mismo y mucho más en menos tiempo. Si todo esto ocurre, es porque la mano maestra de uno de los mejores directores de panorama actual, hace que cada una de sus películas sean un espectáculo cinematográfico de primer orden en el que consigue un casi perfecto equilibrio entre comercialidad y cinefilia. Incluso cuando levanta algo el pie del acelerador, como en este caso.

Una sorpresiva Catwoman

Justo es también mencionar tres sorpresas. La primera, ya que hablaba de Catwoman, que Anne Hathaway, sin alcanzar a mi felina favorita, Michelle Pfeiffer (pues además son filmes muy diferentes), resuelve con solvencia pasmosa su rol, algo que ni en mis más felices sueños hubiera imaginado de la chica que protagonizó “El diablo viste de Prada”. En segundo lugar, que es un filme en el que los aficionados pueden jugar a descubrir homenajes a películas como “El Padrino” en la escena del Hospital, “Superman” en el final con el personaje de Blake en la cueva; o a “El silencio de los corderos”, obvio en la personificación estética del villano. Y, en tercer término, que me parece llamativo el posicionamiento abiertamente reaccionario del filme ante realidades vívidamente actuales como los movimientos antisistema o el de los indignados, con una teatralización un tanto demagogica de lo que sería devolver el poder al pueblo. Y es que, a la postre Batman, y sus aliados no son más que elementos outsiders del sistema que pretenden la restauración del mismo (aunque bien entendido), la devolución del poder a una élite “ilustrada” que hará todo por el pueblo, tras el caos que metafóricamente mucho tiene que ver en la película con una recreación caricaturesca de lo acontecido en la histórica Revolución Francesa.

Batman vs Bane

Finalmente, no podía acabar este comentario sin aludir a los tristes acontecimientos de la matanza de Denver, perpetrada en un cine donde se exhibía el filme por un tipo que, disfrazado de Bane, asesino a 12 personas e hirió a otras 50. Pronto se han alzado las voces que tildan al filme de Nolan de responsable de ello. Verter semejante opinión es como afirmar que J. D. Salinger mató a John Lennon, porque Chapman dijo que, tras leer “El guardián entre el centeno”, supo que tenía que disparar al exBeatle. Una simple, llana y sencilla estulticia.


by Harry Callahan

NOTA: 7/10

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TÍTULO ORIGINAL: "The Dark Knight Rises"

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domingo, 8 de julio de 2012

"THE AMAZING SPIDERMAN": Marc Webb no es Sam Raimi



Marc Webb no es Sam Raimi. El primero es un director casi debutante, apenas conocido por “500 días juntos”, una afortunada comedia agridulce indie muy lejana de los presupuestos de “The Amazing Spiderman”. El segundo es un tipo que llegó a la franquicia arácnida con una señera filmografía a sus espaldas, en la que coleccionaba pequeñas joyas del fantástico como “Posesion infernal”, “Darkman” o “El ejercito de las tinieblas”. Por eso, compararles es, de partida, un error. El pipiolo saldrá siempre escaldado frente al maestro. Sobre todo si consideramos los dos primeros títulos de la trilogía de Raimi, excelentes. El tercero ya es otro cantar. Ahí la desgana y el agotamiento creativo convirtieron el filme en insufrible e hicieron que, voluntariamente, el realizador y su actor protagonista, Tobey Maguire pidieran la cuenta y abandonasen la saga. 

Lo que vengo a proponer es pues valorar la cinta que ahora se estrena como algo aislado, sin referentes. Y en ese plano, el filme de Webb resulta sorpresivamente entretenido y espectacular, sobre todo gracias a la perfecta sinergia creada entre realizador, equipo de la segunda unidad y los departamentos de fotografía y efectos visuales. El primero, ha sabido meterse en camisa de once baras y poner en imágenes un filme de aventuras con una factura visual notable, demostrando saber manejar los encuadres (con un formato panorámico muy aprovechado) y la acción, esta última incluso con hasta cierta eficacia, y ello pese a que la labor de montaje no permita terminar de hacernos disfrutar las escenas de lucha cuerpo a cuerpo todo lo que se debería.
Además, el novato Marc Webb ha sido lo suficientemente humilde como para rodearse de auténticos veteranos en el género. Es el caso del responsable de la segunda unidad, esa encargada de rodar muchas escenas de acción de las vistas en el filme. Ahí, el bueno de Vic Armstrong está sembradísimo. Encargado de idénticas funciones para filmes de Scorsese, Paul Verhoven, Kenneth Branagh, John McTiernan y en algunos títulos de James Bond, de Van Damme o Tom Cruise, el obvio amparo prestado al recién llegado es tan manifiesto como brillante, apreciándose en muchas de las secuencias y planos en los que no intervienen los actores protagonistas, esos que vertebran las set pieces de pura acción y dan dinamismo y energía visual a lo que en cada momento se narra. 
Y, por último, la labor fotográfica de John Schwartzman (responsable de filmes también moviditos como “Armagedon”, “La roca” o “The Green Hornet”) y la de los departamentos de efectos visuales, es insuperable. Y es que este 3D si que merece y muchísimo la pena el coste de la entrada. Jamás se ha visto un superhéroe filmado como aquí, con esa espectacularidad y capacidad para dejarte fascinado ante una imagen real en perfecta simbiosis con la digital, sobre unos escenarios nocturnos, además, rabiosamentemente luminosos, en contraposición con las tradicionales oscuridades camufladoras de las aquí superadas limitaciones de los FX. 
Estas son las virtudes nada desdeñables de una película concebida, no olvidemos, para continuar exprimiendo la gallina de los huevos de oro que otro dejó plantada por palmario agotamiento. Porque si decidimos compararla con la saga de Raimi, o más concretamente, con la primera parte con la que coincide argumentalmente en mucho, “The Amazing Spiderman” saldrá mal parada en más de un aspecto…

No obstante, aunque ya se sabe que las comparaciones son odiosas, caigamos, ya puestos, deliberadamente en ellas. En primer lugar, la que ahora se propone, es un filme argumentalmente simplificado, adaptado a las mentalidades presuntamente básicas de los que parece que hoy día solo van al cine: los adolescentes. Se palpan las diferencias en la escritura de guión entre David Koepp, autor del libreto del primer Raimi, y Steve Kloves, escritor de la de Webb. Koepp explicaba los detalles de modo coherente y había causas y efectos lógicos, conflictos, psicologías y una historia de amor juvenil, mil veces vista, pero dotada de química. Kloves, como ya hizo en saga de Harry Potter, demuestra ser amante de la poda en exceso, elimina todo lo que a su (criticable) juicio no es esencial y se abandona al espectáculo, dejando que las cosas se intuyan, se medio expliquen o, directamente, sean incoherentes. Y todo hablando de una historia que es, en esencia, la misma que nos han contado espléndidamente hace nada, diez años, y que aquí se mal narra, pues se demora en los tópicos dejando demasiados cabos sueltos en los que no pierde instante en atar. Sobre todo ello, a modo de ejemplo, baste con pensar como en uno y otro filme se cuenta el incidente de la picadura de la araña y el descubrimiento posterior paulatino de los poderes, y cómo nace, en suma, el superhéroe; o la evolución del propio relato romántico. No daré más detalles para no incluir spoilers.

Obvio es decir, por otra parte, que Andrew Gardfield, aún no estando mal, es excesivamente teen, y no es Tobie Maguire, claro que su personaje tampoco es tan rico en matices como el primer Peter Parker. Y que las presencias de Sally Field y Martin Sheen son tan rutilantes como desaprovechadas, no alcanzando nunca la entrañabilidad de los originales Cliff Robertson y Rose Mary Harris. El músico Horner, muy en horas renuentemente bajas, tampoco es Danny Elfman. Y aquí el aspecto de comic, con regusto a serie B, ha desaparecido para hacerse más película show y menos traslación artesana de tebeo a la gran pantalla. Si bien reconozco que esto último puede ser más una opción para marcar distancias que algo necesariamente criticable. 
Podría seguir, pero como decía al comienzo, creo que, una vez criticado con fruición el obvio error que es volver a contar la misma historia que muy bien se contó hace demasiados pocos años, persistir en comparar es caer en lo obvio y hasta facilón. Por eso, prefiero abstraerme de ello, ser indulgente y quedarme con el hecho de que nada esperaba de este “The Amazing Spiderman” que si bien, al final no ha resultado ser tan amazing, si que le alabo el intento a Marc Webb por pretender y conseguir un blockbuster veraniego, que se goza devorando palomitas y sin otra pretensión más que la mera (y muy necesaria en estos tiempos) evasión.

By Harry Callahan
NOTA: 7/10

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TÍTULO ORIGINAL: “The Amazing Spiderman”

viernes, 22 de junio de 2012

"RED STATE": No estaba muerto, estaba de parranda


Hay realizadores de una película. De felices ideas volcadas en un proyecto y agotados tras ello. Pensaba que era el caso de Kevin Smith. Un tipo del que me gustó “Clerks”, una propuesta sencilla, barata, pero eficaz y hasta ingeniosa. No descubría la pólvora, pero llamaba la atención. 
El problema fue que pronto se bautizó a Smith como el gran epígono de la nueva comedia americana indie. Y no se si por engolamiento, por exceso de expectativas o, porque, sencillamente, el asunto fue flor de un día, sus siguientes trabajos fueron a cual más decepcionante, por mucho que más de un frikie de Star Wars se lo pasara pipa con Jay y Silent Bob.


Pero supongo que un día te levantas por la mañana, te miras al espejo, no te gusta lo que ves y decides reinventarte. Empeñas futuro y dinero en lo que crees y, partiendo de cero, apuestas al todo o nada, con dos únicas posibilidades: triunfar o clavar definitivamente la última puntilla en tu ataúd profesional. 
Y ahí es donde Kevin Smith me ha vuelto a ganar. Me quito el sombrero ante “Red State” un filme que nos devuelve al inquieto y creativo Smith de “Clerks”. Sacando dinero de debajo de las piedras, haciendo horas extras como guionista y montador. Convenciendo al casting para cobrar cuatro perras. Y luego, paseando la cinta por festivales y cines varios, a la antigua usanza de los cómicos de la legua, este tipo consigue que vea la luz y se distribuya una película cuando menos nuevamente sorprendente y llamativa, en la que no creía, de inicio, ningún estudio.


Y es que “Red State” comienza siendo casi una peli de instituto, para convertirse en filme de terror, mutar luego a cinta de acción y terminar apostillada por un militante discurso descreído y antisistema. Todo ello salpicado de críticas a todo lo que se menea y pulula a lo largo del metraje: religión, gobierno, política, sociedad, familia, patria, EEUU…; y salpimentado con más de un dardo envenenado de humor negro. 
Pero no solo eso es “Red State”, sino que, desde el punto de vista extrictamente cinematográfico, es un argumento que gira, que no transita por lugares comunes, que se cepilla indiscriminadamente a personajes teóricamente intocables en cualquier otra película, y que está rodada con un nervio y garra solo comparable en excelencia al excepcional montaje, como decía antes, obra del propio realizador, que para colmo deja el metraje en unos justos (y agradecidos por cualquier espectador) noventa minutos.


Si además, todo ello se presenta carente de pretensiones ni ínfulas, y, en la cinta, el veterano televisivo Michael Parks o la inmensa Melissa Leo nos pasma con unas brutales y creíbles interpretaciones, secundadas por la insólitamente acertada de John Goodman, no veo razones para afirmar que, como diría la canción, el bueno de Kevin Smith no estaba muerto, estaba de parranda.

by Harry Callahan

NOTA: 7/10

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TÍTULO ORIGINAL: "Red State"