“Holy Motors” es un filme
onanista. Y me explico. Su director la ha rodado para sí, de espaldas al
público, al que probablemente ve como el que muestra al comienzo del filme: seres
indolentes, masa pasiva, adocenada. Por eso decide no respetarlo, pasar de darle
lo que espera, y ejerce de artista en su acepción más esencial, más radical.
De esta suerte, propone una obra
personalísima, la que le sale del alma, la única que podía rodar sin
traicionarse. Y en ella plasma todo cuanto quiere, con sus hipotéticas virtudes
y defectos, con sus presuntos aciertos y errores. Y como creación libre y
auténtica, sin adulterar ni limitar, genera en quien la ve sensaciones que van
desde el amor más incondicional al desprecio más beligerante e insultón. Redescubriéndonos
que el cine puede ser algo más que palomitas y merchandising, franquicias y
remakes. Que fue, es y será arte, y en ocasiones como esta, adelantado a su
tiempo, e incluso al propio futuro del que pueda venir.
Soy de los que piensan que el
arte lo es cuando mueve algo dentro del espectador, cuando éste no queda
indiferente, para bien o para mal. Desde ese punto de vista, el autor de “Los
amantes del Pont-Neuf” mueve el alma, el estómago o directamente los intestinos,
según a quién preguntemos. Por ello le estimo como unos de los realizadores más
“artistas” del panorama actual.
Quizás, porque no, esa sea su
verdadera pretensión aquí, más allá de mirarse el ombligo. Quizás me equivoque
y no pasa olímpicamente de los que verán su filme; y en un altruista ataque de
generosidad pretenda agarrar de los hombros y agitar precisamente a ese público que inerte languidece
en la sala de cine del comienzo que antes recordaba. Bien podría ser…
De cualquier modo, no hay un “Holy
Motors”, sino tantos como espectadores la hayan visto, pues para cada uno será
una experiencia personal e irrepetible. Para el que esto firma supuso un asistir
boquiabierto a un descarnado y devoto homenaje al cine, a sus géneros, a su
magia y quienes lo hacen posible, los actores. Con un Denis Lavant inconmensurable,
cuyo trabajo debería mostrarse, si o si, en todas las escuelas de interpretación.
Una cinta para gastar muchos de los adjetivos apasionados de cualquier
diccionario: hipnótica, transversal, radical, atrevida… y, al fin y a la
postre, única. Un filme que de seguro haría las delicias de Luis Buñuel y que
David Lynch, probablemente, haya visto ya en innumerable ocasiones.
By Harry Callahan
NOTA: 8/10
TÍTULO ORIGINAL: "Holy Motors"
WEB OFICIAL: http://holymotorsfilm.com/
DATOS ADICIONALES: http://www.imdb.es/title/tt2076220/
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