domingo, 11 de mayo de 2008

SERIES: "Prison Break" una stressing serie que engancha

Desde que Frank Darabont revisitara el subgénero de fugas carcelarias, con esa pequeña obra maestra llamada “Cadena Perpetua”, muchos cinéfilos de nuevo cuño vieron florecer su atracción por el género y corrieron a degustar otros títulos clásicos como “La gran evasión” con un inolvidable Steve McQueen, “Fuga de Alcatraz”, “La leyenda del indomable” con un impagable Paul Newman tragando docenas de huevos, “Brubaker” y su emotivo desenlace, “Fugitivos”, o la magistral “La evasión” de Jacques Becker, entre otras. Pues bien, bebiendo innegablemente de todas ellas y sin innovar demasiado en este subgénero de los great escapes, Paul Scheuring, un casi desconocido hasta ese momento, ideó una trama sobre un tipo que entra en prisión para después fugarse de ella. Con su proyecto bajo el brazo fue de cadena en cadena, tratando de que alguien le financiara. El asunto incluso llamó la atención del mismísimo Steven Spielberg. Pero, al final, fue la Fox la que dio luz verde a “Prison Break”, tras el éxito incuestionable de series como “24” o “Lost (Perdidos)”, de las que tengo pendiente un post.
Como decía antes, “Prison Break” no aporta nada nuevo, pero lo que cuenta lo cuenta francamente bien. La madre del cordero está, de un lado, en el endiablado ritmo que se imprime a cada episodio. En los 42 minutos que dura cada uno de ellos, el espectador recibe un chute de inquietante estrés que asimila con avidez, ansioso por saber qué va a ocurrir cada vez que el plan maestro de fuga sufre contratiempos, lo que viene a ocurrir inexorablemente siempre. Así, el seguidor de “Prison Break” se acaba convirtiendo en una suerte de “yoqui” de la serie, hasta el extremo de si, por ejemplo, la está descubriendo en edición en DVD, cepillarse varios capítulos al día, sin otra contención que la necesidad vital de descanso, tras haberse pillado la cantada sobredosis. A los tv shows que causan estos efectos las llamo stressing series.

De otro lado, me parece que la clave del éxito también reside en las psicologías de los personajes. Afortunadamente, las series cuentan con una ventaja respecto a las películas, por una mera cuestión de metraje, en las primeras, por regla general, llegamos a conocer mucho mejor a los personajes, lo que nos crea una familiaridad esencial para el desarrollo de lo que se cuenta. En “Prison Break” hay un rosario de los clásicos individuos estereotipos de las cárceles. El viejo sabio con mascota, el psicópata, el que está allí por cometer un insignificante error, el desequilibrado, el inocente condenado injustamente, el alcaide duro pero justo, el atormentado con el pasado, la víctima de un complot, y claro, guardas tan corruptos como sádicos, etc... Pero el matiz está en que aquí todos ellos son tratados con respeto por el equipo de guionistas, configurándoles complejas personalidades que justifican sus comportamientos y procederes.

La serie ha sido un bombazo mundial y cuenta hasta la fecha con tres temporadas, la última de ellas abruptamente finalizada por la huelga de guionistas que azotó Hollywood hace unos meses. Servidor se ha zampado las dos primeras y está haciendo un descanso antes de afrontar la tercera, por prescripción facultativa dado el grado de enganche que padezco. Evidentemente, la recomiendo con viveza, puesto que supone una alternativa esplendida a la telebasura que puebla la parrilla televisiva en estos días.
by Harry Callahan