sábado, 9 de abril de 2016

"JULIETA": Todo sobre mi hija

Me fascinan los grandes creadores en su etapa de madurez. Esa que llega posterior a las obras maestras, a los grandes éxitos. Cuando el trabajo se vuelve más personal, auténtico. Quizás hablo, en el caso del cine, de películas imperfectas, lejos de la redondez de aquellas con las que llegó la consagración, el premio, el reconocimiento universal. Pero son filmes que atesoran instantes, detalles, y un modo de contar las cosas que viene de vuelta; que sale de hacer aún más si cabe lo que realmente quieres, porque ya está todo demostrado. Un modo, en suma, auténtico y más de genio. 


Con “Julieta” creo que Pedro ha alcanzado ese momento dulce que, personalmente, siempre es el que más me interesa. Su última realización está alejada de prodigios intachables como “Todo sobre mi madre” (quizás su mejor película), y se sitúa más próxima a “La flor de mi secreto” (una de mis favoritas). Como en ésta última, los riesgos que siempre asume el manchego en cada cinta, no están en las extravagancias, en los retruécanos narrativos, sino en la autocontención más consciente y que en “Julieta” se me antoja extramísima. 

Cierto es que en élla se detectan también los tics identitarios del clásico Almodovar. El exquisito gusto por la puesta en escena, con esa plasticidad cromática, geométrica y ese gusto por el glamour kitch. Los looks personalísimos en los estilismos de sus protagonistas. El cameo cuasi cómico, con chiste privado. Y las influencias del drama y del melodrama clásico yanqui. O la confesable admiración por grandes como autores como Sirk o Hitchcock, en lo narrativo, en lo estético. Y claro, esa propensión a la teatralidad que convierte su particular universo en algo irreal.

Almodovar dirige a Adriana Ugarte 

Todo esto está en “Julieta”, faltaría más. Pero su uso no es desbocado, ni profuso. Es sutil, refrenado, incluso por momentos hasta en demasía, lo que a veces puede ocasionar una sensación de frialdad o de ausencia de lógica o explicación en reacciones, acciones y comportamientos de los personajes. 

Pero aquí esa contención es deliberada, buscada, en un intento de ser la película en la que decide probarse a sí mismo cuanto es capaz de desnudar el dolor, la culpa, la fatalidad, la madurez y los efectos del paso del tiempo. 

El viaje ha sido, según el propio Pedro, el más difícil, en lo personal. El que más entrañas ha destapado. El resultado refleja ese parto traumático y no es equilibrado, adolece muy probablemente de las irregularidades que sus detractores se apresuran a remarcar. Pero el autor de “Volver” posee esa sensibilidad, ese modo de fabricar imágenes, esa capacidad para diseccionar sentimientos, para descubrir el ánima del ser humano, que, los aciertos se sobreponen a los errores embebiendo al final al espectador, al que consigue, en un puñado de excepcionales momentos, hacer sentir lo que los actores acaban por vivir, sobre todo cuando consigue que trasciendan lo, a priori, siempre impostado de sus personajes.


NOTA: 8/10

TÍTULO ORIGINAL: "Julieta"