sábado, 26 de noviembre de 2011

"UN MÉTODO PELIGROSO": A grandes expectativas, grandes decepciones

Curiosamente, comparten cartelera estos días dos cintas cuyos argumentos gravitan sobre la misma idea, aunque con obvias variaciones. Se trata de "Un Dios salvaje" y esta "Un método peligroso". Ambas tratan de escudriñar la verdadera naturaleza del ser humano, cuales son nuestros instintos y pasiones, y como nos afanamos en sublimarlos y reprimirnos para tratar de marcar distancias con los animales. El objetivo parece ser el mismo, sin embargo, los vehículos elegidos y los resultados son palmariamente diferentes. 

Una historia de amor demasiadas veces vista

Así, si la película de Polanski aprueba con nota el nada baladí trance de trasponer en imágenes la obra de teatro de Yazmina Reza, radiografiando con mordacidad lisérgica lo que somos aunque nos empeñemos en negarlo, no ocurre lo mismo con la última propuesta del canadiense David Cronenberg, que se me antoja a ratos contados interesante, pero a la postre fallida, por cuanto trata de mezclar dos troncos argumentales que no terminan de empastar.

Mortensen, lo mejor de la película

Y es que, de una parte, "Un método peligroso" plantea una más o menos clásica historia de amor "de época", con convencionalismos y reglas que violentar, y remordimientos y culpabilidades que al final envenenarán la relación, condenando a sus protagonistas a la infelicidad. De otra parte, todo ello se ambienta en los momentos históricos de triunfo de las teorías psicoanalistas de Freud que, no obstante, pugnarán con las de uno de sus epígonos coetaneos, en este caso, con las de Carl Jung, que las trata de matizar, en buena medida a consecuencia de sus experiencias vitales, ampliando su espectro a terrenos siempre negados por el celebérrimo psiquiatra austríaco.
Ambas intencionalidades narrativas, nacen, la primera, la de la historia de amor, de la novela "A Most Dangerous Method", de John Kerr; y la segunda, la centrada en la confrontación dialéctica entre Freud y Jung, de la obra teatral "The Talking Cure", del cineasta y escritor Christopher Hampton, que además oficia de guionista de la película, y al que, en buena medida pues habré de echar la culpa de lo que, principalmente, me falla en el filme: la historia que me cuenta. 

El canadiense David Cronenberg, realizador del filme

Y es que Hampton, aún versado en esta clase de trabajos (es el autor de libretos como el de "Las amistades peligrosas", "Expiación" o "Carrington"), no consigue, como apuntaba antes, armonizar ambas tramas y mostrar con brillantez la simbiosis y causalidad, hipotéticamente existente, entre la historia de amor y la evolución que sufre el pensamiento del doctor Jung en su contraste con el freudiano.
Porque, entre otras cosas, la historia de amor, además de mil veces vista, está carente de pellizco, de pasión e intensidades, por mucho que una histrioniquísima Kiera Knightley se empeñe en enfatizar, con un despliegue gestual del que sentiría orgulloso el más desbocado de los Jack Nicholson. Si se trata de asomarse a las peligrosos afectos que pueden desencadenarse en la esfera paciente-médico, propondría a Hampton, a Cronenberg y al espectador que echasen un vistazo a la estupenda serie de TV de la HBO "In Treatmen", donde el asunto se desgrana de un modo más diáfano e incisivo que aquí.
Y en las conforntaciones, tanto epistolares como vis a vis, que se suceden a lo largo del filme entre Freud y Jung, echo a faltar brillantez, agudeza y a la par, sencillez en los diálogos, que parecen, a ratos, estar criptografiados solo para versados en psiquiatría. No obstante, quizás en estos concretos pasajes dialécticos, es en donde la película capta más interés, sobre todo gracias al últimamente actor fetiche de Cronenberg, Viggo Mortensen, que consigue empacar una encarnación del tópicamente llamado padre del psicoanálisis tan eficaz como atractiva.

Keira Knightley, un recital de histrionismo

Además, puestos a buscar y no encontrar elementos que presupongo hallaría en una cinta del autor de "Inseparables" o "Crash", me sorprende la ausencia de retorcimiento y oscuridad, tanto en lo que se cuenta como en el modo en que se cuenta, pues pese a todo el trasunto del psicoanálisis y lo jugoso que ello podría resultar en manos de Cronenberg, me sorprende, por ejemplo, la inexistencia de audacia visual y lo excesivamente simple y rudimentario del look final de un producto en que falta huella de autor. 
Así las cosas y puestos a recomendar el visionado de trabajos más afortunados, hacer lo propio con "Tierras de penumbra", quizás mi película favorita de Richard Attemborough, en la que historia de amor y evolución, por su casua, de la filosofía vital del protagonista, si que resultaban extraordinaramente bien narradas, en boca además de unos protagonistas (Anthony Hopkins y Debra Winger), que desencadenan unos diálogos, estos sí, tan agudos como arrebatadores.

By Harry Callahan

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TÍTULO ORIGINAL: "A Dangerous Method"
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