lunes, 14 de enero de 2013

"AMOR (AMOUR)": Un filme innecesario...



Los yankis pueden presumir de muchas cosas, pero no de historia y tradiciones. Por eso, sienten una especial fascinación por el viejo continente, por su nobleza y tradiciones. Hace años, los nuevos ricos transatlánticos, incluso compraban, desmontaban, transportaban y volvía a montar hermosos castillos y mansiones europeas en suelo USA. Hoy, matan el gusanillo transformando series como “Downton Abbey” en auténticos fenómenos mediáticos. 
Buscando razones que justifiquen la sorpresiva plurinominación a los oscar de “Amour” de Haneke, caí precisamente en esa aludida fascinación. Y en ese deseo además de dar cierta nobleza a una feria de premios muchas veces considerada como frívola y poco sesuda. Si es por esta razón de imagen, de política comercial, acepto la jugada, heredera de aquellos años en que se puso de moda nominar cine indie (cuando aún lo era), en un también denodado de intento de dar enjundia cultureta a los referidos galardones. En este sentido, todo se entiende. Una palma de oro de Cannes, es una palma de oro de Cannes. 

De otro modo, no acierto a desentrañar los juegos y maniobras que han llevado a Haneke a la alfombra roja. Su película es un drama íntimo, rodado con un afán documental. Es, en lo argumental, un retrato inclemente de lo cotidiano; una invasión de la intimidad más ordinaria. Es un filme doloroso, seco, sin artificios. Es una propuesta inmisericorde, hondamente triste, aunque bella en su retrato del amor más desnudo y esencial, con unos intérpretes protagónicos, eso sí, perfectos, que mantiene la cinta de principio a fin. 
Sin embargo, no es un filme con vitola de oscar en modo alguno. Y, lo que es peor, y pese a sus citadas virtudes, una vez vista no aporta nada, o, al menos, al que esto afirma. Y es que, tras su visionado, me sigo preguntando cuales son las pretensiones de su realizador, más allá de provocar la incomodidad del espectador, como ya es clásico en el cine de este realizador. En su consecuencia, y por mucho que moleste a algunos, se me antoja una película innecesaria, que además es claustrofóbica y muy tediosa, en su afán de estar rodada en clave de Nouvelle Vague. 


Haneke dirige a sus veteranos protagonistas, Jean-Louis Trintignan y Emmanuelle Riva

Así pues, como obra caprichosa de su creador, Haneke tiene todo mi respeto, pues cada cual rueda lo que le da la gana, mientras tenga productor que le financie. Faltaría más. Sin embargo, no es este precisamente ni el mejor Haneke (lejísimo, por ejemplo, de peliculones como “La cinta blanca”), ni un filme que merezca estar en una quiniela de oscar, descabalgando, no olvidemos, a otros con seguramente más méritos. A excepción, claro está, que todo sea una cuestión de dar las referidas apariencias que al comienzo apuntaba.



by Harry Callahan

NOTA: 6/10