domingo, 18 de junio de 2017

TEATRO: "COMPADRES PARA SIEMPRE". Jamón de 6 jotas.


El riesgo y lo genuino de: un par de actores, un texto y el escenario desnudo. 

Dos personajes canallas, cotidianos, jodidamente entrañables. Un libreto cómico costumbrista de ritmo endiablado. El calor y color de insertos musicales canela fina como el del betiquísimo Silvio. O cameos sonoros de personajes clásicos de la fauna de “El Mundo es Nuestro” (amén de la propia aparición, en carnes tres mil vivienderas, del mismísimo Culebra).
Walter Matthau y Jack Lemon, Rinconete y Cortadillo, Quijote y Sancho. La comedia del desarrollismo de López Vázquez y compañía; la gramática narrativa satírica de Azcona, Berlanga, Fernan Gómez, Billy Wilder. Y el público embebido que llena con espontánea imaginación los escenarios ausentes de este iter a lo “Jo, qué noche”.
Alfonso Sánchez y Alberto López, superlativos, nacidos para esto. Dos compadres, dentro y fuera de escena. Que se conocen como si se hubieran parido. Una obra montaña rusa de gags, golpes y situaciones que ametrallan de ingenio la platea. Y un escenario solo lleno de gracia. Para que más. 
Eso es "Compadres para siempre”. Cigala de tronco, gin-tonic en copa de balón, jamoncito de cinco jotas, puro lujo para reír sin contenerse, que buena falta nos hace. 
Qué a gusto se está cuando se está a gusto. Y si no, que se lo pregunten al Villamarta.