domingo, 7 de septiembre de 2014

"JERSEY BOYS": ¿El musical de Clint Eastwood?

“Oh, Eastwood no se achanta ante nada, ni con los años. Ahora le hinca el diente al musical…” Llevo escuchándolo días, en cada reportaje de lo último del maestro. Exasperante...


Habría que comenzar por aclarar que “Jersey Boys” no es un musical, sino un biopic con música, canciones para ser exactos. Porque eso de que de repente los diálogos hablados pasen a cantarse, acompañados de coreografías imposibles por irreales, solo ocurre, aisladamente y en cierto modo, en el epílogo de la cinta, único instante realmente deudor de la obra de Broadway en la que toma base.



Segunda aclaración, en estos terrenos de peli biográfica con elemento musical, no es debutante el bueno de Clint. ¿A alguien le suenan títulos como “Bird” o, en buena manera, “El aventurero de medianoche”? No obstante, tercera puntualización, que nadie espere una cinta a la altura de estas últimas. Entre otras cosas, porque esta hagiografía presuntamente escandalosa (por lo del trasunto mafioso) de los Four Seasons está afeitada, limadas sus aristas y eliminada toda asidera que permita pasear por lados oscuros, ya que la peli la pagan, en parte, algunos de los componentes del mítico grupo. 

Eastwood con alguno de los Jersey Boys en la ficción

De otro lado, Eastwood no se ha metido en camisa de once varas porque le importa un pimiento la música pop y rock, por mucho que ahora confiese ser fan de la formación vocal sesentera. Lo suyo es el jazz, solo el jazz (ver ese esbozo de pianito, no acreditado, marca de la casa, que se cuela en algunas secuencias). Como también le da lo mismo, que igual le da, el microuniverso italogansteril. Que nadie imagine una Scorsesada, ni en fondo, ni en forma.

Entiendo que si con 84 castañas aún hay quien te pague y te asegure una peli. Si has decidido morirte clavado en la silla de director. Y si encima te buscan y prefieren antes que a elementos de moda del tipo de Jon Fraveau. Lo debes tener claro, ruedas lo que haga falta. Aunque sea un encargo blandito, de los de hacer con piloto automático. Desde ese punto de vista, nada que objetar, salvo que siempre molesta ver a un pura sangre tirando de un carro.

Clint Eastwood con el auténtico Frankie Valli

No obstante, eso sí, claro, faltaría más, el filme está manufacturado con suma elegancia, sentido del espectáculo y tempo narrativo. Se ve la mano de su realizador en encuadres, planificaciones y, en general, en el look cuidadísimo de una película por encima de la media de las siempre previsibles de su género (aunque ésta también lo sea y mucho). Le falla, como antes decía, su guión que nunca tira a dar, ni llega a plantear conflictos de interés. Además, como ya ocurriese en “Banderas de nuestros padres” el casting es inane por flojo, sin empaque ni carisma (a excepción de su eminencia Christopher Walken). Ello, muy probablemente, a consecuencia de las servidumbres canoras.

Vale pues este caramelito para entretener sin más la espera previa al estreno de “American Sniper”, la buena que sigue a esta presuntamente mala, en el una sí, una no que parece marcar el último patrón de la filmografía de Eastwood. En tanto llega, aguardo sonriendo recordando el peculiar cameo del maestro en la película, probablemente lo más ingenioso y socarrón de todo el filme.


NOTA: 6/10

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TÍTULO ORIGINAL: Jersey Boys