viernes, 18 de enero de 2013

"LINCOLN": El fin, los medios y el precio

Hay en Steven Spielberg una maravillosa esquizofrenía. De un lado, cultiva el blockbuster con fruición y hasta placer culpable. En primer término, porque desde que era niño carne de programa doble matinal, le ha fascinado la pura y simple aventura evasiva. En segundo lugar, porque ama la cacharrería espectacular y los inventos que la propician. Y en último sentido, porque le hace ganar la pasta necesaria para acometer los proyectos que su madurez como realizador le ha ido demandando a medida que su cine se ha hecho también más adulto. Esa es su otra cara, su otro lado esquizoide al que aludía, su filmografía grave, densa, con la que pretende dejar huella en el espectador y en la historia del cine, en un añadido intento de además desencasillarse como rey midas palomitero.
Así, en este último grupo de filmes encontramos cintas como “Munich”, “Salvar al soldado Ryan” o “La Lista de Schindler”. Películas en las que, además, aprecio dos elementos constantes. Por una parte, un ánimo de narrar episodios históricos, aunando didactismo e ilustración prolija del momento. Por otra parte, una atracción compulsiva por reflexionar sobre si el fin justifica o no los medios. “Lincoln” es un paradigma de esta clase de películas. 



Spielberg en el set de rodaje de Lincoln


Desde el punto de vista de la recreación de los pasajes de la Historia americana que retrata la cinta, asistimos a una puesta en imágenes de los mismos prodigiosa. En este sentido, la confluencia de todos los elementos técnicos usados por Spilberg con su habitual maestría hacen que visionar “Lincoln” sea sentirse en medio de los hechos, entre sus protagonistas, respirando la autenticidad propia de quien admira un inmenso fresco que cobra vida. Es percibir a flor de piel, con emoción vívida, unos instantes (y su intrahistoria política) que cambiaron para siempre a un país y a sus ciudadanos.




El otro tema, el que más me subyuga, es el de dar una nueva vuelta al asunto de hasta donde ha de llegarse en pos de un objetivo, por muy loable y elevado que este sea. Es un asunto nada baladí, que además obsesiona y de qué manera a los estadounidenses. Y que está más presente que nunca hoy, si fijamos nuestra atención en las decisiones relacionadas con la persecución mundial del terrorismo tras el 11-S. 



El hilo argumental de “Lincoln” es precisamente ese, si todo vale y si merece el sacrificio, por inmenso que éste sea, cuando la meta es loable. La posición y el discurso de Spielberg en tal sentido es más que evidente, como lo son sus convicciones de todos conocidas. Además, tratándose del caso de que se trata, poca discusión cabe y la postura relatada es hasta cómoda. Sin embargo, la virtud del filme está en también exponer el precio que, ineludiblemente, las decisiones, todas, hacen pagar.


Más que parecidos muy razonables

Sí... ya lo se... Observaréis que me voy por las ramas y que estoy concluyendo esta crítica sin hacer mención al casting actoral. Y, en particular, a su protagonista indiscutible. Podría hacer un justísimo panegírico de él, pero no sería original, pues a estas alturas todo el mundo sabe que Daniel Day Lewis es y será ya para siempre Abraham Lincoln.


by Harry Callahan
NOTA:8/10

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WEB OFICIAL Y TRAILER: http://www.thelincolnmovie.com/