domingo, 21 de febrero de 2016

"DEADPOOL": El primo gamberro de la Disney

“Deadpool” no es la puta octava maravilla del séptimo arte. Ni tampoco ese anatema ante el que la crítica del club Tena Lady se santigua, tras arrojarla al váter envuelta en sesuda mojigatería. No, es una gamberrada de acción de las que tanto nos entusiasmaron en los 80, esa década dorada del género en la que los héroes repartían hostias como panes, mientras espetaban coñas a mayor gloria de su testiculina. Ese cine ya murío, se lo merendó Disney y su corrección política. Por eso, cuando en la fiesta de puesta de largo de la princesa del cuento se cuela el primo sinvergüenza, el espectáculo promete. Y en este caso, hasta cumple.
Cumple con su ración de acción visible, sangrienta, cañera y coreografiada a mayor gloria de una violencia que va todo lo más allá que una Major puede tolerar. Por lo que jamás molesta, es jocosa y de teatral, inverosímil. Así que, tranquis, nada que no hayamos visto en cualquier dibujo animado para adultos de los que, erróneamente, se despachan en la tele a horario infantil.
Y cumple, en su humor, milagro, nada cargante, con un rosario de pedorretas, chistes y, sobre todo, puyas cinéfilas y a la industria y sus estrellas, Liam Neeson, Hugh Jackman y prota incluidos. Nada a lo Ricky Gervais, claro. No escandalicemos al que tiene que aflojar la guita. Todo buen rollero y molón, como el héroe en que por fín Linternita Verde ha conseguido transmutarse.

Miller dirige a Deadpool

Pero acepto gustoso pulpo como animal de compañía, porque otra cosa estaría fuera de lugar en esta serie “B” tópica pero desinhibida, al estilo Raimi de “Darkman”. ¡Y no hay héroe nolaniano! ¡Y dura menos de 2 horas! Mi culo da las gracias. 
Si sumamos a lo todo lo anterior, que Morena Baccarin va de novia putón y Gina Carano de Colosa neumática, a mi el primo Miller ya me ha ganado, al levantarle las faldas todo lo que la princesita taquillista Disney se deja.

By @magnumcallahan

NOTA: 7/10

TÍTULO ORIGINAL: Deadpool

viernes, 5 de febrero de 2016

"EL RENACIDO (The Revenant)": La machada de Iñárritu

Probablemente, a Iñárritu, como buen mejicano, le van las machadas. Y “El renacido” lo es. Como lo fueron “21 gramos”, “Babel” o “Birdman”, filmes que no se contentaban con contar historias convencionales, de modo tradicional. No. A este tipo le va eso de retorcer los esquemas narrativos, llevar sus actores al límite y crear personales maneras de contar historias. 


Ya, el fulano está engolado, y más desde su oscar por la peli con Keaton. Es ambicioso, y parece que en cada proyecto que acomete esta creando una Mona Lisa. Pero... ¡qué diablos! no tengo narices de criticar en esto del cine (y en la vida, en general) a quien piensa que no hay reto grande, sino ambición pequeña. 

No se cual será la próxima, pero, de momento eso, de irse al quinto pino, donde solo hay nieve, frío y la nada, a recrear el infierno survival que revive el filme en los huesos maltrechos de los actores de su casting, mega-star hollywoodiense incluida, me hace alabarle el gusto, D. Alejandro, al recordarme los tiempos en los que el cine veía a genios como Coppola mirar de frente a la locura, en todos los sentidos, con aventuras fílmicas de magnitudes como “Apocalypse Now”.

Iñárritu dirige a Di Caprio

Caído en desgracia Mel Gibson, a quién, como director y actor, el proyecto le hubiera venido hace unos años de perilla, quizás se usted el tipo con más redaños para esta reversión de la historia del trampero Hugh Glass, que ya llevaran en los 70 dos Richard a la gran pantalla: Richard C. Sarafian como realizador, y Harris, como protagonista.

Pero al final, machadas aparte, el asunto se viene a resumir en si ha merecido o no la pena tanta proeza. La respuesta aquí es, sí, rotundamente. 

Así, lo primero que sobrecoge del filme es su brutalísima puesta en imágenes, con una planificación, dirección y retrato de paisajes y sensaciones, por parte de Emmanuel Lubezki, como diría el torero im-presionante. Filmada con luz natural, casi siempre a la hora bruja, esa que es puente entre el día y la noche, a modo de metáfora del limbo vital en que se encuentra el protagonista, entre la vida y la muerte; lo de este fotógrafo, es además una aventura retratista de puntos de vista sobrecogedores en condiciones extremas. Me remito a secuencias como la magistral del ataque inicial.

El otro gran hito que pasma del filme es el auténtico tour de force contra sí mismo y la Naturaleza más agreste y despiadada que sufre Leonardo Di Caprio, y del que sale victorioso y de qué manera. Leo, has tenido papeles actorales mejores, pero si no te dan el oscar aquí como desagravio por el derroche de fisicidad del que haces gala, chico, olvídate. Realmente, la industria te detesta más que John Fitzgerald en el filme.
Lubezki, el Dios de la luz

Me gustan además muchas ideas que tiene la cinta, como por ejemplo, el retrato primitivo, despiadado, cruel y desmitificador de la forja del Nuevo Mundo. O como la película gira en torno a la idea de los padres y los hijos, que hacer por ellos o a consecuencia de lo que a ellos les pasa, como motor elemental del comportamiento humano (y animal).

Solo afeo del filme, algunas suspensiones de la incredulidad en la supervivencia y mejora física del trampero protagónico; como éste no es asesinado en un instante casi inicial de la cinta (aunque de ser así, hubiéramos jodido el invento); o como se resuelve el enfrentamiento final conceptualmente (con unas trascendencias espirituales casi fuera de lugar) y desde el punto de vista de la planificación del duelo, con acciones mal coreografiadas y hasta imposibles si comparamos los cuerpos de Tom Hardy y Di Caprio. 

Los homenajes (y algo más) a Tarkovski

Pero es pecata minuta ante la experiencia cinéfila, absorbente, nada pesada, pese al metraje y gloriosamente homenajeadora (y hasta algo más) del gran maestro Andrei Tarkovski. Eso sí, claro, de obligado visionado en pantalla grande, que digo grande, enorme güey.


NOTA: 9/10

TÍTULO ORIGINAL: The Revenat