sábado, 11 de octubre de 2014

"PERDIDA": El asombroso David Fincher

Las preguntas que el personaje de Ben Affleck se hace en la escena que arranca y concluye “Perdida”, bien podría contestárselas Danny De Vito, recomendándole que viese el supremo plano final de su película “La Guerra de los Rose”, ese en el que la Turner y Michael Douglas terminan sepultados por la lámpara de araña después de repartirse estopa hasta el ultimísimo instante de aquel lisérgico filme.

Y es que no son pocas las concomitancias que comparten ambas películas. La primera, que desde hace los veinticinco años que separan ambos estrenos, no había visto una disección tan vitriólica y mala babera de la desintegración de un matrimonio. O de cómo el amor puede mutar en odio y éste llegar a todos sus psicóticos extremos. 




Por primera vez esa sonrisa de Affleck es exigencia de guión


También las dos cintas jugaban a ser caramelos envenenados, y bajo las pieles, a ratos del drama, la comedia y, claro, el thriller, el lobo se ocultaba en hechuras del cordero, pareciendo lo que no era; cuando en el fondo más oscuro, retorcido e insano, ambas disparaban a matar, aviesas, a todo atisbo de poesía y romanticismo, interesadas en demostrar que la vida idílica en pareja es tan antinatural como imposible, dadas las naturalezas intrínsecas de los hombres y las mujeres. 
No obstante, ahí podrían concluir las similitudes, pues, en su propuesta fílmica, las dos producciones discurren por derroteros muy diferentes. Obviamente, Fincher es un cineasta con personalidad propia. Probablemente, uno de los pocos autores del mainstream que sabe preservar sus esencias e imponerlas a quién sea, de modo que incluso sus proyectos menos afortunados, son piezas coherentes con el resto y con el propio discurso que el total de su obra está conformando casi desde el comienzo. 

Fincher dirigiendo

Así, en “Perdida” está el salto al vacío de “Alien 3”, el efectismo de “Seven”, el desasosiego de “The Game”, la audacia de “El club de la lucha”, los convencionalismos de “La habitación del pánico” o “Millenium”, la presuntuosidad de “Zodiac” y "El extraño caso de Benjamin Button", y la maestría de “La red social”
Pero sobre todo, lo que “Perdida” supone es la consagración de este tipo como gran contador de historias retadoras, que es a la postre por lo que debe medirse a un cineasta. Resulta extraordinariamente complicado enfrentarse a un relato como el que propone este filme, con sus idas y venidas, golpes de efecto, cargas de profundidad y afanes por no dejar puntada sin hilo, de modo que te lo zampes sin pestañear una sola vez en sus 149 minutos. En el envite, lógicamente, ha jugado un rol definitivo la filigrana guionística que Gillian Flynn ha realizado con su propia novela. Pero el asunto hay que ponerlo en pantalla, en las fisicidades de un casting protagónico no especialmente cualificado a priori. Y construir además un entretenimiento sin fisuras, destinado a ser evento cinematográfico y comidilla de tertulias cinéfilas. 

Rosamunde Pike, la asombrosa Amy

J. A. Bayona decía en un tuit que Fincher era el heredero del cine setentero de Lumet, Pollack y Pakula. No puedo estar más de acuerdo. Contadores de historias complejas, poliédricas, incómodas, con morales que se pasean por filos cortantes, ahondadores de las naturalezas humanas, autores de pulso firme y paridores, en fin, de productos con poso, adultos, de los que ya no quedan en este mundo cada vez más políticamente correcto, conquistado por la mojigatería made in Walt Disney.


NOTA: 9/10

TÍTULO ORIGINAL: Gone Girl

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