
La primera vez que Tom Cruise rodó en Sevilla, mezcló kafkianamente Semana Santa y Fallas valencianas. La cinta en cuestión era la olvidable “Misión Imposible

La primera vez que Tom Cruise rodó en Sevilla, mezcló kafkianamente Semana Santa y Fallas valencianas. La cinta en cuestión era la olvidable “Misión Imposible
Voy a contaros la auténtica verdad sobre esta película, la niegue quien la niegue. A David Slade, (el tipo, nada menos, que de “Hard Candy” y “Treinta días de oscuridad”), solo le han dejado rodar los cuatro primeros minutos de la cinta. Esos cuatro primeros minutos incontestablemente redondos, pero únicos que merecen la pena de todo el plumbeo metraje que se te cae encima después. Y es que en este arranque del filme hay nervio, suspense, intención y terror emparentado incluso con el más clásico. Tras su visionado, perfectamente filmado por el mago Aguirresarobe, cualquiera podía albergar sanas esperanzas de un giro a positivo en el espíritu de una franquicia que tras su segunda parte bien podía clasificarse como nada apta para diabéticos.Pero supongo que cuando Stephenie Meyer, la mente literaria creadora de las aventuras de estos pseudo-chupasangres adolescentes, le echó el ojo al comienzo de esta tercera entrega de su queridísima muy reaccionaria, ultrarreligiosa e hiperconservadora saga, montó en cólera, se rasgó las vestiduras y directamente largó del plató al bueno e inspirado de Slade (aunque le respeta los créditos), y se hizo cargo ella misma (o algún correligionario) de filmar el resto.
NOTA: 4/10
TÍTULO ORIGINAL:
“The Twilight Saga: Eclipse”