sábado, 18 de mayo de 2013

"THE AMERICANS (serie tv)": No es Homeland, ni falta que le hace


La gente calza Converse All Star, luce Rayban Wayfarer y escucha música por la calle con descomunales cascos. Los 80 están de moda. Y lo están tanto que vuelven también los rusos, Reagan y la Guerra Fría. O al menos lo hacen en “The Americans”, la serie de FX que ha supuesto una de las más gratas sorpresas, sino la más, de esta mid-season.
Phillip y Elisabeth son un matrimonio que vive a las afueras de Washington, desde hace 15 años. Tienen dos hijos y trabajan en una agencia de viajes. Son íntimos de su vecino y su familia, que resulta ser un agente del contraespionaje del FBI... El matiz está en que todo esto es una fachada, una tapadera para ocultar la auténtica verdad: son dos implacables efectivos del KGB que, infiltrados de este modo hasta el tuétano en la sociedad americana, espiarán para la madre Rusia cuanto y a costa de lo que sea necesario… o quizás no.


¿Una familia normal?

Este es el presupuesto argumental de una serie que tiene varios elementos que la convierten en un must see indiscutible. De una parte, su elenco actoral. Encabezado por unos más que veraces Matthew Rhys (visto en "Cinco Hermanos") y Keri Russell que pone boca abajo todos los prejuicios que sobre ella pudieran tenerse tras pasar por papeles como la popular "Felicity" de la serie del mismo nombre. 

La química entre ambos actores es demoledora. Como lo es su sincronía a la hora de vivenciar la tensión psicológica en la relación cotidiana de sus personajes. Su eficacia, igualmente, es incuestionable asumiendo los retos que suponen las escenas de acción y enfrentamientos cuerpo a cuerpo, que son aquí de una fisicidad inusitada, muy a la antigua usanza, y ambos en este plano también convencen.



La abuelita Martindale


Rhys y Russell, a su vez, están respaldados por dos secundarios de nota. Noah Emmerich, q a poco que le dejan se zampa la pantalla por obra y gracia de su presencia física y gravedad vocal (imprescindible en VO); y Margot Martindale, que venía de deajarme pasmado por penúltima vez en la segunda temporada de “Justified” y que aquí hace de una “abuelita” de armas tomar...
Todos ellos, pondrán en pié una trama, nada pretenciosa pero con múltiples hilos, que bascula entre la cotidianeidad y deriva de un matrimonio (o más bien dos) a la fuerza, impostado incluso ante los propios hijos, y el cumplimiento de las misiones de espionaje y contra-espionaje más tensas. Pivoteo de asuntos que presenta un balance perfectamente equilibrado, resultando ello, a las claras, otro de los grandes aciertos del show.

El factor humano

Y es que, en “The Americans” se ha apostado por subrayar, con acierto, el factor humano. Ese que tan protagonista era en las novelas de Graham Greene. Y hacerlo presente de modo tan intenso como inteligente, tanto en el conflicto individual que para todos los protagonistas suponen sus relaciones personales, amorosas, sexuales y de dependencia, como perfectamente imbricado en el entorno de natural de un género siempre al límite de que todo se desvele, salga mal (o bien, depende del lado que tomes). 
Este último asunto, de partida presuntamente anecdótico, no ha sido baladí a la postre en el país de las barras y estrellas. De hecho la serie, en los mentideros más patrioteros de USA, ha sido tachada de pro-comunista (sí, aún hay quien maneja estas dicotomías de bloques). Sin embargo, esto creo es lo de menos. No obstante, agradezco mirar desde el otro lado. Aplaudo no proponer a los tradicionales rojos como los malos planos de manual que siempre han sido en los relatos precisamente ochenteros. Lo demás es disfrutar un serial que presenta las innegables virtudes que vengo comentando, que en cada episodio va a más, y que está concebido desde la ausencia de engolamiento, sin ánimo al final de rivalizar con otros productos presuntamente parecidos y deseadamente copiables como “Homeland”

Trailer comentado por los actores

Una serie que consigue una efectivísima recreación, pese a estar hecha con razonable presupuesto, de una época que retorna en el imaginario popular en estos días y en la que la labor del espía era mucho más pedestre y romántica: no estaba ultra-tecnificada, ni apoyada con potentes satélites y un conocimiento inmediato de la información, sino que se hacía a golpe de disfraz, emisoras de radio, señales a tiza y contactos cara a cara.

No hay comentarios: